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Soy una mujer fuerte porque crecí con una hermana inquebrantable

Tener una hermana que te enseñe a no darte por vencida es lo más valioso

Las mujeres fuertes vivimos bajo el estereotipo de ser intimidantes y exigentes; de tener estándares muy altos y de no mostrar vulnerabilidad alguna. La sociedad nos ha hecho creer que debemos ser delicadas y suaves «como el pétalo de una rosa» pero cuando has crecido con una hermana emocionalmente fuerte, te das cuenta de que no tiene por qué ser así.

Una hermana siempre será tu compañera de vida: te vio nacer (o la viste nacer) y crecieron juntas. De una u otra forma, han aprendido la una de la otra.

Crecer con una hermana inquebrantable te enseña que «ser fuerte» no implica grandeza física sino mental y emocional. Cuando creces de la mano de una mujer con tal fortaleza, aprendes varias lecciones de vida.

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Cuando tienes una hermana emocionalmente fuerte, se vuelve una mujer inquebrantable, diga de admirar.

Sí, ser una mujer fuerte no es fácil; también pasa por momentos de angustia en los que siente que el mundo se desmorona. Pero ser inquebrantable no significa que su corazón no se rompa en pedazos, sino que sabe cómo recoger las piezas y seguir adelante con nuevos objetivos.

De tu hermana has aprendido que eres capaz de prosperar sola y que ni tu éxito ni tu felicidad tienen que ver  con la validación de nadie más que la tuya. No hay nada como ser independiente, ser dueña de tu tiempo y jamás dudar de lo mucho que vales.

Gracias a ella, has aprendido que te pueden lastimar pero jamás romper. Y que a pesar de todo, puedes perdonar; no por ellos, sino por ti. Ahora sabes defenderte y tomar el fracaso como una oportunidad de superarte.

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Gracias a ella sabes que es válido tambalearse, más no rendirse.

Sin darte cuenta, tu hermana te ha convertido en una mujer fuerte e igualmente inquebrantable. Ahora sabes que llorar no equivale a debilidad y que tus imperfecciones te hacen lo que eres; que puedes trabajar para ser mejor pero que no debes cambiar tu esencia para que alguien te acepte.

Gracias a esa mujer inquebrantable que es tu hermana, has aprendido a creer en ti, a intentarlo siempre. Porque ella te ha enseñado que tu felicidad es lo más importante y sobretodo, que ella estará siempre ahí para recordártelo.

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