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Aunque sean tus tías, ellas no tienen derecho a controlar tu vida y puedes alejarte

Nadie tiene el derecho de hacerte sentir mal contigo mismo o a decidir por ti.

Nos han inculcado que no hay nada más importante que la familia, y es una hermosa enseñanza. Sin embargo, en la práctica no siempre es tan fácil como parece. No todas las familias son saludables, positivas ni aportan lo que uno necesita.

En ocasiones, hay buenas intenciones, pero vienen escondidas en mucha toxicidad. Cuando una persona –familia o no– comienza a querer controlar tu vida, juzgar tus decisiones en todo momento o te hace sentir mal contigo mismo, debes poner un límite. 

No importa que sus intenciones sean buenas o tengas mucho agradecimiento por las acciones que haya realizado por ti. Claro, todo esto es un gran contexto de amor y agradecimiento.

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No obstante, no puedes vivir la vida de otras personas ni como ellos quieren que lo hagas. Debes tomar las riendas de tus decisiones, sean éstas buenas o malas. De los errores de aprende, y si alguien más dirige tu vida jamás vas a conseguir tener las herramientas necesarias para vencer los obstáculos de la vida.

Puedes amar y respetar a tus familiares, pero también tienes todo el derecho de alejarte cuando lo creas necesario. Asimismo, hay quienes descargan en ti sus frustraciones y rencores.

Esto no puede quedarte en un lugar que te está haciendo daño. Solamente tú conoces tu historia y necesidades. Debes actuar conforme a ellas, no se trata de jamás tomar un consejo regalado, pero sí de saber cuáles quedarte.

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