Es común que evitemos hacer actividades físicas y ejercitarnos, y según la Organización Mundial de la Salud es algo preocupante pues 3,2 millones de muertes son a causa de la falta de ejercicios cada año, es decir, cada 10 segundos ocurre una muerte por esta razón.
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La razón y las emociones generan un gran conflicto que impiden que nos levantemos de la cama o el sillón.
Los mecanismos explican que el comportamiento se divide en dos categorías: los raciones, que son empujados por el sistema reflexivo, o los emocionales, gestionados por el sistema impulsivo.
Un estudio explica las razones por las que no hacemos ejercicios
Un reciente estudio, que tenía como objetivo determinar si la reflexión podía vencer los impulsos cuando se trata de motivación para ser más activos físicamente, ha explicado esta situación un poco mejor.
Los participantes asistieron a una presentación que contenía recomendaciones sobre actividades físicas saludables, como 30 minutos de ejercicio diario, que se dividían en secuencias de 10 minutos mínimo, casi todos los días.
Luego se realizó una actividad experimental llamada “el juego del maniquí”, que consistía en mover un avatar en una pantalla de computadora en el teclado.
Una de las partes del experimento consistía en que el participante acercara el avatar lo más rápidamente posible a imágenes que representaran una actividad física, como correr o montar en bicicleta, y alejarlo de imágenes que representaban alguna actividad sedentaria como ver televisión.
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En la siguiente parte del experimento se realizaba todo lo contrario, el avatar debía acercarse a las imágenes que tenían sedentarismo y alejarse de las imágenes con actividades físicas, y mientras más rápido se acercaran a imágenes sedentarias en lugar de alejarse de ellas, revelaba que su tendencia impulsiva hacia el sedentarismo era más fuerte.
Tras esta actividad los participantes recibieron un acelerómetro para registrar su actividad física diaria y se fueron a sus casas, y una semana después se recogieron los resultados, que revelaron que los mensajes sobre salud bien formulados pueden ser capaces de causar una intención.
Los participantes recibieron el mensaje que provocaba la actividad física y tuvieron una intención más fuerte de practicar ejercicio, que aquellos que recibieron mensaje que promovía una alimentación saludable.
Pero, no todos los participantes convirtieron la intención que tenían en un comportamiento y realizar el ejercicio físico, solo aquellos con una baja tendencia impulsiva a acercarse a comportamientos sedentarios pudieron hacerlo.
Debemos dejar la vida sedentaria y comenzar a ejercitarnos
La tendencia que existe de reducir lo más que se pueda los esfuerzos inútiles puede explicar la epidemia de la falta de actividad física, pues los genes permiten sobrevivir a los individuos son más capaces de estar presentes en las siguientes generaciones.
Así que para alejarnos de las oportunidades de sedentarismo que están presentes en nuestro mundo, debemos superar una atracción sedentaria que está muy presenta en el cerebro, y ser conscientes de la fuerza que nos impulsa hacia la minimización de los esfuerzos para alejarnos de ella.