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Si te cuesta bajar de peso el problema puede ser las horas en las que comes

Descubre cómo lograr volver a tu peso poniendo atención al reloj.

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Es común que cuando los jóvenes comienzan la universidad aumenten de peso. A este fenómeno en Estados se le llama «freshman 15», en referencia a las 15 libras (algo más de seis kilos) que normalmente ganan durante el primer año en que los estudiantes viven fuera de casa.

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Parte de esta situación se presenta por el cambio de comidas caseras por comidas precocinadas y comidas rápidas, combinadas con la reducción de la actividad física.

Pero los científicos están apuntando un factor adicional: el trastorno del ritmo circadiano, esto se produce por una cultura de comer y beber a altas horas de la noche y además de los patrones de sueño inconsistentes.

La importancia del reloj

Se habla de que el aumento de peso -junto con enfermedades asociadas como la diabetes tipo 2 y los padecimientos cardíacos- se debe a la cantidad y el tipo de alimentos que consumimos.

Pero hay una convicción que cada vez toma más fuerza, que no solo es lo que comes sino a la hora que lo consumes.

La crononutrición y cómo el horario de las comidas afectan en tu peso

Para los antiguos médicos chinos la energía fluía alrededor del cuerpo en paralelo con los movimientos del sol, por lo que consideraban que las comidas debían programarse en consecuencia: de 7:00 a 9:00 era la hora del estómago, cuando se debía consumir la mayor comida del día; de 9:00 a 11:00 se centraba en el páncreas y el bazo; de 11:00 a 13:00 era el momento del corazón, y así sucesivamente.

Con respecto a la cena precisaban que debía ser una comida ligera y consumida entre las 17:00 y las 19:00.

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La ciencia moderna sugiere que hay mucha verdad en esa antigua sabiduría.

De hecho muchas personas piensan que la razón por la que se aumenta de peso si se come por la noche es porque hay menos oportunidades de quemar esas calorías, pero esto es simplista.

«La gente a veces asume que nuestros cuerpos se apagan cuando estamos dormidos, pero eso no es cierto», dice Jonathan Johnston, de la Universidad de Surrey, quien estudia cómo los relojes corporales interactúan con los alimentos.

La importancia del sueño

Posiblemente comer por la noche extienda la ventana general durante la cual se consumen los alimentos. Con esto el sistema digestivo tiene menos tiempo para recuperarse, reduciendo así la posibilidad de que el cuerpo queme grasa, ya que la quema de grasa solo ocurre cuando los órganos se dan cuenta de que no hay más alimentos en camino.

«A menos que tengamos acceso a la luz, luchamos por mantenernos despiertos y comer en el momento equivocado», dice Satchin Panda, biólogo circadiano del Instituto Salk en La Jolla, California, y autor de The Circadian Code.

Qué es el cronotipo y por qué es útil que conozcas cuál es el tuyo

La mayoría de los estadounidenses comen a lo largo de 15 horas o más cada día, consumiendo más de un tercio de las calorías del día después de las 18:00 horas, algo muy diferente a cómo deben haber vivido nuestros antepasados.

Por otra parte, muchos estudiantes tendrán que levantarse para ir a clases al día siguiente, lo cual, suponiendo que desayunen, reduce aún más la duración de su ayuno nocturno. Y además están acortando su sueño, y esto también podría aumentar la probabilidad de que aumenten de peso.

No descansar lo suficientes altera la toma de decisiones y el autocontrol, lo que potencialmente conduce a una mala elección de alimentos, y altera los niveles de las «hormonas del hambre», la leptina y la grelina, lo que aumenta el apetito.

La importancia de la rutina

Gerda Pot, investigadora de nutrición en el King’s College de Londres, estudia cómo la irregularidad diaria en la ingesta de energía afecta a la salud a largo plazo.

Pot se inspiró en su abuela, quien era rigurosa con sus rutinas. Cada día desayunaba a las 7:00, almorzaba a las 12:30 y cenaba a las 18:00. Incluso era intransigente con el horario de sus colaciones: café a las 11.30 y té a las 15:00.

La investigadora está convencida de que esta rígida rutina de su abuela la ayudó a mantenerse con buena salud hasta que cumplir casi los 95 años.

Esto puede ser cierto porque la sensibilidad a la hormona insulina, que permite que la glucosa de los alimentos que comemos ingrese a nuestras células y se use como combustible, es mayor durante la mañana que durante la noche.

Además, no tener horas regulares para las comidas puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como la diabetes.

Cuando alimentos a tu cuerpo horas más tarde, la glucosa permanece en la sangre durante más tiempo, esto a la larga puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, donde el páncreas ya no produce suficiente insulina.

Esta acción también puede dañar tejidos en otros lugares, como vasos sanguíneos o nervios en los ojos y pies. En el peor de los casos, esto puede resultar en ceguera o amputaciones.

Pot también estudió datos de una encuesta en Reino Unido que rastrea la salud de más de 5.000 personas durante más de 70 años. Con esta información Pot descubrió que, aunque las personas consumían menos calorías en general, tenían una rutina de comidas más irregulares tenían un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico: un conjunto de afecciones que incluyen presión arterial alta, niveles elevados de azúcar en la sangre y niveles anormales de grasa y colesterol en la sangre, que en conjunto aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2.

Ante esta situación lo importante es esforzarse por ser consistentes con los tiempos de sueño y de comidas es un buen primer paso.

Cuando el reloj del cuerpo captura que es de día se debe desayunar, y es que comer un buen desayuno puede ser esencial para mantener los relojes circadianos funcionando en sincronía.

«Creemos que una función importante (de estos ciclos) es permitir la reparación y el rejuvenecimiento cada noche. No se puede reparar una carretera cuando el tráfico todavía está en movimiento».

Por eso, el adagio de que se debe desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un pobre parece más cierto que nunca.

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