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No estamos obligados a amar a nuestros padres y no hay culpa en ello

Solamente tú sabes cuál es tu historia. Y si necesitas alejarte de aquellos que tanto daño te han hecho, hazlo.

Los lazos de sangre no son todo

Desde pequeños nos enseñan a bajar la cabeza cuando nuestros padres nos regañan, a respetar todas sus decisiones sin importar cuáles sean éstas, y amarlos incondicionalmente porque son de nuestras «sangre». Ellos son nuestros guías, aquellas personas que solo quieren lo mejor para nosotros y nos darán las herramientas para enfrentar el mundo al que nos trajeron.

Lamentablemente, la teoría no siempre alcanza a la realidad, y por ello debemos improvisar. Muchos progenitores no nacieron para serlo, y dejan a sus hijos sumidos en una desesperación que obliga a éstos a alejarse, y eso está bien. Nadie puede hacerte sentir culpable, y más porque tú no eliges a qué familia llegas, pero sí es tu decisión si decides continuar con la relación.

Pueden ponerte etiqueta de villano, te pueden convencer que eres desconsiderado y hasta cruel. Sin embargo, solamente tú sabes cuál es tu historia. Y si necesitas alejarte de aquellos que tanto daño te han hecho, hazlo.

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Tal vez, te tocó crecer con personas que no supieron darte la vida que te  mereces. Ni tus padres ni la sociedad te puede obligar a quedarte por compromiso y por no sentirte mala persona. Alejarte de quienes te arrastran en la toxicidad con ellos no te hace malo, simplemente humano.

Siempre intenta perdonar y dejar ir los errores de otras personas, aquellos que tú no puedes controlar. No eres responsable de las actitudes que otros tienen contigo. Pero sí depende de ti si eso te afecta o si eliges quedarte a seguir recibiendo heridas por una construcción social.

La familia se puede elegir, y hasta tus padres entran dentro de esta premisa. Tú eliges amarlos todos los días, y no debería ser una obligación.

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