Los investigadores explicaron que las personas que beben té o jugo azucarado regularmente o en exceso enfrentan un riesgo 61% mayor de padecer enfermedades renales.
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Los jugos y el té son las bebidas más comunes en los desayunos y, en especial, en los días que son bastante calurosos. Un estudio aseguró que las bebidas con azúcar, los jugos de frutas (procesadas y no naturales) e incluso el té, pueden aumentar el riesgo de enfermedades renales.
Los investigadores explicaron que las personas que los beben regularmente o en exceso enfrentan un riesgo 61% mayor de padecer enfermedades renales.
Sin embargo, sus hallazgos también mostraron que la cerveza también se asocia con mayores probabilidades de enfermedad renal.
El azúcar en estas bebidas (jugo y té) puede llevar al aumento de peso, presión arterial alta y resistencia a la insulina con el tiempo. Esto podría poner gradualmente el estrés en el riñón y “acelerar” la pérdida de la función del órgano, según los expertos.
Según el NHS, cada año se producen aproximadamente entre 40.000 y 45.000 muertes prematuras en el Reino Unido debido a una enfermedad renal crónica.
En los Estados Unidos, la prevalencia general en la población general es de aproximadamente el 14%, con la presión arterial alta y la diabetes como las principales causas.
El estudio de la Universidad Johns Hopkins examinó datos de encuestas sobre el consumo de bebidas entre 3.003 hombres y mujeres afroamericanos. Después de seguir a los participantes durante un promedio de ocho años, el 6% de las personas (185) habían desarrollado una enfermedad renal.
El agua saborizada es riesgosa
Igualmente, el agua saborizada se vinculó a un mayor riesgo: después del análisis, las gaseosas, los jugos de fruta azucarados y el agua, en ese orden, fue el patrón más asociado con la enfermedad renal.
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“El alto contenido de azúcar de cualquier tipo en ciertas bebidas puede llevar a un aumento de peso y resistencia a la insulina y una presión arterial elevada”, explicó la doctora Holly Kramer, de la Loyola University Chicago.
“Estos factores ponen el estrés en el riñón y pueden acelerar la pérdida de la función renal con el tiempo”, aseguró la experta.