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La solución a las infecciones digestivas

Nuestro organismo necesita de las bacterias buenas para cuidar la flora intestinal.

Son muchas las malas noches que pasamos cuando somos padres de familia y una de estas tantas se da cuando los pequeños se enferman de su pancita. ¿Te ha pasado? Sabemos que sí.

Y en medio de esta desesperación, tratamos de averiguar la causa y no sabemos qué pensar. Indagamos qué comieron o qué les hizo daño, imaginando varias situaciones que a simple vista pueden ser erróneas.

La diarrea (gastroenteritis aguda) es una de las evidencias de que fuimos víctimas de una infección intestinal, que pudo ser causada por factores como virus, bacterias malas de alimentos contaminados u otros.
Se estima que los niños menores de tres años presentan hasta dos episodios de gastroenteritis al año, lo que convierte a esta enfermedad en una vieja conocida de las consultas de pediatría.

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Pero una vez que sucede no queda más que buscar la solución. Es verdad que recurrimos a las aguas aromáticas o caemos en la automedicación sin saber si habrá un resultado favorecedor.

En este sentido, la pediatra Pia Villacís explica que cuando se dan estos casos hay que analizar cómo se encuentra la flora intestinal cuyo estado saludable depende de los probióticos del tubo digestivo.

Pero ¿qué son los probióticos?
Son microorganismos vivos que se albergan en el organismo, como bacterias, levaduras y hongos buenos. Desde que nacemos hasta la adultez se colonizan alrededor de 500 especies de estos en los intestinos, que favorecen la flora intestinal.

Si hay hinchazón en el estómago, dolor de barriga, llenura, diarrea, síndrome de intestino irritable o vómito, puede ser que exista un desequilibrio entre las bacterias buenas y malas.

Para aliviar estas molestias están los probióticos que hacen las veces de un gran escudo del aparato digestivo interfiriendo en la adhesión de la mucosa intestinal con las bacterias malas.

Gracias a esto se logra evitar la colonización de las bacterias malas que dan lugar a las infecciones.

Es importante saber que no solo están presentes en los diferentes tipos de yogur y fermentos lácticos, sino en varios suplementos.

En el caso del yogur, es una fuente potente de la bacteria Lactobacillus como principal surtidora de probióticos.

Puedes aprovechar de sus propiedades en las papillas de los bebés así como en los desayunos con un complemento de cereales para variar.

Asimismo, los quesos blandos fermentados y los pepinillos están dentro de las fuentes naturales para mantener saludable la flora intestinal.

Según la especialista, en el yogur, el queso cottage, la col, chocolate negro, pepinos encurtidos y el té de kombucha hay lactobacterias, enterococos y estreptococos, bacterias buenas que entran al tubo digestivo y se reproducen para dar protección.

Sus usos

Por otro lado, de acuerdo a estudios científicos se ha comprobado que los probióticos pueden prevenir y tratar las molestosas diarreas que han sido causadas por el uso de antibióticos o por virus intestinal. Los resultados se ven en la disminución inmediata de la enfermedad o en su alivio en un máximo de 24 horas; lo que constituye una tabla de salvación para cuando se está de viaje o lejos del médico de cabecera. Sin embargo, esto no reemplaza la rehidratación que recomiendan los galenos para aliviar la diarrea, más bien es un complemento porque el objetivo principal es recuperar el líquido perdido.
¡Pero esto no es todo!

El consumo de estos microorganismos, ya sea a través de medicina, alimentos o suplementos, ayuda también a disminuir la inflamación intestinal y a que los niños toleren la lactosa.

No obstante, es importante reforzar primero y siempre el escudo de protección digestiva a través de los prebióticos, que — según la doctora Villacís— son ingredientes que promueven el crecimiento de las bacterias buenas y se encuentran en alimentos como la cebolla, el plátano, los espárragos, el ajo, el trigo, la avena y la cebada.

Todo funciona como una cadena, es decir, los unos alimentan a los otros para mantenerse fuertes y potenciar las defensas ante las amenazas causadas por las bacterias malas.

Niños y adultos hemos sufrido de estos episodios y seguramente los volveremos a vivir, por ello es importante entender las causas y saber cómo prevenir y cómo actuar.

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