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Última moda entre las celebs, la kombucha tiene muchas propiedades para la salud. En Los Ángeles, Australia, Bali o Nueva York, no hay yogi que no se tome una kombucha durante su práctica, y no hay celeb que se considere healthy que no tenga el refrigerador lleno con sus botellitas, como Madonna, Gwyneth Paltrow, Reese Witherspoon o Halle Berry.
Pero, ¿qué esconde este nombre tan curioso? Es una bebida probiótica, de tradición milenaria, natural y fermentada, para algunos un verdadero elixir de vida, recomendada por la medicina alternativa pero que todavía genera suspicia en la medicina tradicional.
Aunque en nuestro país aún no es muy conocida, veganos y fanáticos de la alimentación saludable le reconocen muchos beneficios para reponer energías y mejorar la salud, además de ser un sustituto perfecto a las bebidas isotónicas, tés y otras bebidas azucaradas.
Beneficios para tu salud
Entre los numerosos beneficios y efectos positivos asociados al consumo de kombucha, se destaca que su consumo regular mejora el sistema inmunológico, es una gran fuente de antioxidantes, ayuda a la desintoxicación, mejora la digestión y la flora intestinal, equilibra el metabolismo y es revitalizante. No olvidemos que tener buena salud significa tener una buena cantidad de bacterias beneficiosas en nuestro cuerpo trabajando para que funcionemos mejor y estemos más vivos, y las bebidas probióticas –como la kombucha– contienen este tipo de bacterias benéficas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la definición de probiótico es “microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo huésped”. Son millones de microorganismos vivos adicionados que permanecen activos en el intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos; por eso que los alimentos probióticos contribuyen al equilibrio de la microbiota intestinal del huésped y potencian su sistema inmune.
Cada vez que te tomas una kombucha estás metiendo a tu cuerpo, literalmente, bacterias vivas muy beneficiosas para todo el organismo. Poco a poco nuestro sistema inmunológico y enzimas mejoran, porque en el aparato digestivo está el 70% de nuestro sistema inmunológico. Quienes la consumen aseguran que desde la primera ingestión se siente su efecto, haciendo más fácil la digestión.
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Pero, ¿qué es?
Este té fermentado de origen asiático es de sabor ligeramente ácido. Se estima que ya el 206 d.C era consumida por la dinastía china Han, y en el 221 se le conocía como el “té de la inmortalidad” por la dinastía Tsin.
Como ya dijimos es un líquido probiótico, es decir, está compuesto de microorganismos vivos que sintetizan vitaminas, enzimas y aminoácidos esenciales. Se obtiene de la fermentación de miel (o azúcar) con té rojo y una colonia de bacterias llamada SCOBY (Cultivo Simbiótico de Bacteria y Levadura). “Es un hongo que se alimenta de glucosa y consta de dos fermentaciones”, explica Martín Carrasco, cofundador de Kombucha Chile, quienes producen esta bebida en el sur del país. La fermentación consiste en un proceso natural en el que sustancias orgánicas complejas se descomponen en otras simples, como ocurre, por ejemplo, en la conversión de la cebada en cerveza. “Primero se hace una infusión de té con glucosa (azúcar de cualquier tipo o miel) y después se agrega el hongo para que ocurra el proceso de fermentación”, cuenta Martín. Todo esto se realiza en un recipiente de vidrio, ya que si se utiliza otro tipo de material puede reaccionar debido al proceso químico y desprender algún tipo de elemento a la mezcla. “Se van haciendo las mediciones correspondientes (de pH), y dependiendo del grado de fermentación sabremos cuándo la kombucha se encuentra lista”, agrega.
Conocida como el hongo del té y la longevidad, es bueno destacar que estos microorganismos que fermentan el té son inofensivos, que sus beneficios se resumen así:
* Desintoxicación. Regula el tránsito intestinal, evita la hinchazón abdominal y favorece la digestión. Ayuda a emulsificar las grasas, a perder peso y eliminar líquido.
* Fortalece el sistema inmunológico. Las comidas y bebidas fermentadas naturalmente potencian la inmunidad del cuerpo. Además, la kombucha es rica en antioxidantes que aumentan esta función.
* Ayuda al desempeño metabólico del cuerpo, al contener vitaminas B y enzimas digestivas. Además, niveles apropiados de esta vitamina en el cuerpo reducen el estrés, la ansiedad y mejoran la memoria; también facilita que el cuerpo se desintoxique del exceso de estrógeno, de esta forma bajan los síntomas del síndrome premenstrual.
* Alivia los síntomas de la artritis. Posee altos niveles de glucosamina, sustancia que el cuerpo necesita para mantener las articulaciones saludables. La glucosamina promueve la producción de ácido hialurónico, ayudando a preservar la estructura de los cartílagos y a reducir el dolor en las articulaciones.
Si quieres comprarla ya lista, ingresa a www.kombuchachile.cl. La que producen es carbonatada, con pocas calorías y azúcar, con versiones con maqui, guaraná y limón jengibre. Distribuyen en varias tiendas naturistas de Santiago. Síguelos en su Instagram @kombucha_chile.
HOMEMADE
Si tu bolsillo no da para comprarla siempre lista, o bien quieres probarla primero, ¿te animas a hacerla en casa? El ingrediente clave es la paciencia, porque tardará casi una semana en estar lista, y también una buena parte de higiene, porque son las bacterias las que se encargan de terminar tu mezcla. Sin embargo, no deben entrar las bacterias equivocadas.
Ingredientes (para 4 personas)
Un frasco grande de vidrio (lo suficiente para 8 tazas de líquido y un poco más), 3 cucharadas de té negro orgánico, 3/4 taza de azúcar de caña orgánica, 7 tazas de agua filtrada, 1 fermento saludable (puede ser uno que se haya usado antes), una tela para té limpia, 1 elástico grande, 1 botella de vidrio con tapa para la segunda fermentación.
Preparación
El proceso de fermentar es extremadamente simple. Primero calienta el agua y coloca el té para infusionar durante 15 minutos. Apaga el fuego y agrega el azúcar. Revuelve para que se disuelva y deja enfriar a temperatura ambiente. Paciencia, el té caliente puede matar tu fermento. Una vez que esté frío, verter en el frasco grande.
Lávate muy bien las manos antes del siguiente paso. Coloca el fermento en el frasco delicadamente. Debe quedar un espacio de alrededor de 3 centímetros vacío en la parte superior del frasco. Luego tapa con la tela para té, afirma con el elástico y deja el frasco en un lugar oscuro y tibio.
No muevas ni revuelvas tu infusión, sólo pruébalo cada dos o tres días. Si está demasiado dulce, le faltan más días. Si está muy ácida, se te pasó la mano.
Una vez listo, saca el fermento con el mismo cuidado e higiene que antes y guárdalo en el otro frasco con 1 taza del té que preparaste; guárdalo en el mismo lugar, podrás reusarlo para preparar más kombucha.
Para servir, coloca un poco de azúcar en tu vaso antes de verter la infusión. Si quieres un poco más de sabor, agrega un poco de jugo de frutas. Entre más azúcar tenga, más burbujeante se volverá tu kombucha.
*Atención: Si a tu fermento le salió algo de moho, no lo tomes. Se volvió tóxico. Elimínalo y has todo el proceso de nuevo con un nuevo fermento.