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El gran desafío de los padres hoy: ¡Criar niños, no tiranos!

Conocidos también cómo pequeños reyes o emperadores, se trata de esos niños manipuladores que no aceptan un “no” por respuesta. Pero cuidado, también puede ser un llamado desesperado por tener límites claros.

Por: Valeska Silva Pohl

Cuando popularmente se habla de «niños tiranos», la mayoría de las veces es para referirise a todos aquellos menores que intentan –y muchos consiguen– dominar a sus padres. Sus conductas no son las habituales y adoptan actitudes incluso agresivas que, si no se resuelven debidamente y cuando aún son pequeños, darán paso a adolescentes y adultos violentos y narcisos.

Pero, ¿por qué los niños se convierten en tiranos? Lo primero que debemos tener claro es que los niños tiranos no nacen, se hacen; por eso es importante que pongamos mucha atención a todo lo que haya podido provocar un comportamiento dominante y agresivo. Antes que nada es importante determinar si estamos realmente ante un niño tirano, uno en vías de convertirse, un pequeño de temperamento fuerte o que simplemente requiere mayor atención de la que está recibiendo.

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Cariño con firmeza
Para la sicóloga infantil de la Clínica Universidad de Los Andres, Ana María Rodríguez, definir a un niño como «tirano» no corresponde a un diagnóstico. «Pero en general son manipuladores en distintos niveles; a veces hablamos incluso de niños que pueden llegar a ser violentos con sus padres, desde lo verbal hasta golpearlos y pegarles patadas, por ejemplo. También hay niños que manifiestan estas conductas sólo dentro de la familia, es decir, logran manejar ese límite y a la autoridad en el colegio la respetan… Me ha pasado ver en la consulta niños que no tienen ningún tipo de problema en el colegio, pero que se comportan distinto en la casa, muchas veces por rivalidad con sus hermanos. También hay que distinguir; culpamos únicamente a los padres, se les estigmatiza argumentando que no saben poner límites, pero muchas veces se trata de algo que el niño trae genéticamente, de temperamento. Todas estas situaciones hay que evaluarlas, porque efectivamente existen niños más irritables o que de guagua era imposible de calmar y lloraba toda la noche, por ejemplo».

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La especialista destaca otro concepto fundamental dentro de la crianza: la necesidad de un acuerdo entre los padres. «Vivan o no juntos, los padres deben acordar permisos, límites, horarios. A veces lo que los niños piden a gritos es que se les pongan límites. Necesitan parámetros, un ‘rayado de cancha’. Como además por la vida que llevamos el tiempo es escaso, hay que aprender a manejarlo y es fundamental darse el tiempo para expresar cariño, pero con firmeza. Tratar de explicar al niño que quererlo también implica ponerle límites. Y es fundamental en este sentido la participación de ambos padres, porque muchas veces esta situación se carga más sobre la mamá».

Es muy importante que los padres aprendan a contener emociones. «Cuando el niño está con pataleta o llanto, se debe tener la capacidad de ser un colchón, de tolerar esas emociones sin enojarse. Y si se sienten sobrepasados, sea por el trabajo, el estrés u otros motivos, los padres deben intentar turnarse para dar las órdenes, y que de esta forma no recaiga todo sobre uno de ellos. Porque ante estas acciones se puede terminar reaccionando con rabia sobre el niño que está con pataleta, lo que va a empeorar la situación. Los niños detectan muy bien si se les está entregando un mensaje con rabia; así sólo se consigue que el problema persista y crezca, porque el pequeño va a insistir, no parar».

Pero en este panorama hay que tener un punto claro; es normal que los niños tengan pataletas de vez en cuando, pero NO es normal que comiencen a tratar mal a sus papás. Desde el principio hay que enseñarles a respetar…, y también es muy importante el ejemplo que uno da en la casa, con qué palabras nos dirigimos como familia. Porque si los papás se tratan a punta de garabatos, no se puede esperar algo diferente del niño. Para la sicóloga, el respeto es la base fundamental y transversal; respeto no sólo hacia los padres, también hacia los hermanos, la familia, los amigos y a todo su entorno.

Por lo general los niños manipulan y comienzan en este proceso cuando nace un nuevo hermano o hay algún cambio importante en la casa. «Este pequeño ‘rey’ o ‘emperador’ es destronado cuando nace otro niño; en ese momento los padres deben ser hábiles y creativos, repartiéndose las pegas y buscando no dejar tan solo al primer hijo», explica Ana María.

Otra posible causa estaría en el estilo educativo de los padres. Hay casos en que ellos han recibido una educación muy estricta, y hacen todo lo contrario con sus hijos. No saben marcarles límites y les cuesta mucho decirles «no».

Claudia es abogada, tiene 41 años, y dos hijas de 6 y 3 años, Antonia y Daniela. Se demoró en quedar embarazada, por lo que sus hijas fueron muy «esperadas y regaloneadas», y reconoce que ha sido muy aprensiva con ambas. Antonia fue desde pequeña muy activa, regalona y el centro de atención del hogar. Esperaba con ansias un hermano mientras su mamá estaba embarazada, pero cuando Daniela llegó al hogar se sintió desplazada, ya no era «sólo ella». Comenzó con pataletas, especialmente para comer, algo que no pasaba antes. Lloraba frecuentemente cuando no era atendida al instante, y tras años de dormir sola comenzó a pasarse a la cama de sus padres cada noche, entre las 2 y 3 de la madrugada. Para Claudia fue una época difícil, sus dos hijas requerían su atención, pero especialmente Daniela, que era una guagua. Hasta ella comenzó a estar muy irritable por las poquísimas horas de sueño y la imposibilidad de tener algo de tiempo para si misma. Las discusiones con su marido aumentaron y sintió que todo se le escapaba de las manos… Estuvo a punto de llevar a su hija al sicólogo, pero las orientaciones de su pediatra la ayudaron a avanzar. «Tuvimos que ser más firmes con la Anto… Nos costó, pero ha sido productivo. De a poco comenzó a entender que seguía siendo muy amada, pero que su hermanita pequeña me necesitaba más que ella. Empecé a involucrarla en los cuidados de la Dani, que fuera viendo que ese pequeño ser era su hermana, que era totalmente dependiente, y así lo fue comprendiendo. No te digo que nunca más ha tenido una rabieta, pero han disminuido. Todavía se pasa a nuestra cama algunas noches, pero con menos frecuencia. Creo que actuamos a tiempo de no permitirle convertirse en una pequeña tirana.»

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¿Cómo identificarlos?

* Utilizan el llanto, las rabietas y los gritos para conseguir lo que quieren.

* No saben compartir, tienen un sentimiento exagerado de la propiedad.

* Exigen constantemente la atención de sus padres.

* No saben admitir un «no» por respuesta.

* Siempre discuten las normas que les son impuestas.

* No reconocen las figuras de autoridad en casa, y a veces tampoco en la escuela.

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