Por Karen Hernández
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Madalyn Parker, desarrolladora web de la compañía de software Olark, sabe lo importante que es su bienestar emocional y mental, por lo que recientemente decidió tomar dos días para centrarse en su salud. Contra todo pronóstico, la mujer envió un correo electrónico directamente a sus compañeros y a su jefe, quién le envió una respuesta inesperada.
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«Hey, me tomaré el día de hoy y mañana para ocuparme de mi salud mental. Espero regresar la siguiente semana fresca y de vuelta al 100%», escribió Parker en el correo.
A lo que su jefe le respondió: «Madaly, quería responderte personalmente y agradecerte por enviar este correo. Cada vez que lo haces recuerdo lo importante que es usar los «días de enfermo»*** para cuidar la salud mental. No puedo creer que esto no sea una práctica común en otras empresas. Eres un ejemplo para todos nosotros que rompe con el estigma para que nos presentemos enteros».
***Un permiso especial que existe en las empresas de Estados Unidos para faltar al trabajo en situaciones de salud mental
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When the CEO responds to your out of the office email about taking sick leave for mental health and reaffirms your decision. 💯 pic.twitter.com/6BvJVCJJFq
— madalyn (@madalynrose) June 30, 2017
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Faltar al trabajo es realmente una misión imposible e, incluso, una acción satanizada por las empresas. Muchos quisiéramos quedarnos en casa cuando el resfriado nos ataca o no podemos con los cólicos menstruales, pero no, ante muchos jefes eso es símbolo de ineficiencia y no hay excusa que valga un «día de asueto». En la mayoría de los casos, entre la culpa y las consecuencias, decidimos en automático que nuestras dolencias no son tan graves como para quedarnos en casa, aún cuando afectan el desempeño del día más de lo que quisiéramos.
Sin embargo, es más factible conseguir un permiso o un justificante firmado por el médico que avale tu condición de enfermo, pero parece que la salud mental es la excusa más castigada y estigmatizada frente a las empresas. Es difícil de creer que algo tan serio no se tome tan en cuenta como la salud física, pues si tienes algún «problema» en la cabeza, no sirves. Y hay algo de cierto en eso: la ansiedad te mata internamente y te afecta externamente.
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Las empresas, a menudo, estigmatizan la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales al grado de que, sin saberlo, agravan la situación emocional del trabajador ante el miedo de ser despedidos o menospreciados si llegasen a tener un mental breakdown (ataque mental).
Por ello, en 2015, Parker escribió un emotivo ensayo en donde habla abiertamente de la terrible batalla contra los trastornos mentales y cómo afectan su carrera. «He vivido con ansiedad desde que tengo memoria», escribe Parker. «…Paso gran parte de mi tiempo agotada e incapaz de concentrarme gracias al insomnio inducido por la ansiedad, o demasiado vacía para interactuar con mi entorno, y mucho menos absorber el conocimiento».
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Por su parte, Ben Congleton, CEO jefe de Madalyn, escribió una respuesta completa ante la controversia que la situación ocasionó: «Es increíblemente difícil ser honestos acerca de la salud mental en nuestro lugar de trabajo (…) En situaciones como esta, no es tan fácil decirle a sus compañeros de equipo que no se sientes bien y aún cuando estés en el ambiente más confiable, es infrecuente ser directo con tus compañeros de trabajo sobre problemas de salud mental».
Es cierto, uno siempre debe estar preparado para afrontar las presiones diarias, pero cuando encima de eso alguien tiene que lidiar con ansiedad, los problemas se potencializan y la posibilidad de tomar decisiones impulsivas o cometer errores, aumenta sin quererlo.
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Los trastornos no distinguen y aunque «programemos» a nuestro cerebro para que trabaje normal en horas laborales, la ansiedad, el estrés y hasta la depresión pueden encontrarte en medio de tu rutina y esas 8, 10 o 12 horas que pasas en la silla, se pueden volver la tortura más grande y sí, de un momento a otro, todo puede ser catastrófico. «En 2017, nuestros trabajos nos obligan a exprimir el máximo rendimiento mental. Cuando un atleta se lesiona, se sientan en el banco y se recupera. Quitémonos la idea de que el cerebro es diferente», finalizó.
No se trata de escabullicerse del trabajo cada vez que haya una oportunidad, pero sí de tomar en serio esa oportunidad de descanso, si es que se tiene y si no, luchar por ella. Porque de verdad, un cerebro y un alma agotados pueden ser peor que un montón de mocos en un cubículo de 3×3.