Wellness

¡No insistas! La madre perfecta no existe y nunca existirá

Constanza Díaz de “Perfectamente Imperfecta” nos habla esta semana de las presiones de las madres de hoy por tratar de ser perfectas.

La maternidad de hoy ya no es como la de antes. Nuestras madres jamás tuvieron la presión y el exceso de información que existe actualmente sobre «cómo ser madres». Las redes sociales hacen lo suyo, y lo hacen bastante bien bombardeando con consejos y pautas para criar a nuestros hijos.

PUBLICIDAD

Las madres de hoy están bajo el escrutinio de toda una sociedad que vigila su actuar: la suegra, la vecina, la cuñada, su propia madre, sus hermanos, las amigas y hasta el marido. Todos se meten, todos dictaminan, todos opinan sobre cómo criar a esa criatura que acaba de nacer.

No hay tregua

 

DECUBRE MÁS:

  1. Ellas son las famosas que se convirtieron en madres después de los 40
  2. ¿Cumpliste 40? Te contamos qué exámenes debes hacerte después de cruzar esta barrera
  3. 10 consejos básicos que toda mamá primeriza debe conocer

 

Esta madre recién parida y primeriza –porque siempre las primerizas pagan el noviciado– llega a casa con este diminuto ser humano, y al cruzar el umbral de su puerta entra instantáneamente a una dimensión desconocida jamás nunca vivida ni imaginada. Con suerte sabe cambiar un pañal.

PUBLICIDAD

Entonces aparece la suegra y dice que la guagua tiene hambre, que se la ponga al pecho un poco más, cuando la madre en cuestión se ha pasado el día y la noche entera sin pegar ojo con su hijo al pecho, los pezones adoloridos e intentando lograr una lactancia materna exitosa. Porque eso es lo que la mayoría queremos. Amamantar a nuestros hijos. Pero la guagua sigue llorando y la mamá se pregunta si tal vez tiene sueño o le duele algo, y busca en Internet angustiada. ¿Tendrá cólicos? ¿Por qué sigue llorando?

Finalmente el recién nacido se duerme y la madre recién estrenada se devora todas las páginas de crianza que encuentra en la red y se esfuerza por seguir al pie de la letra cada uno de sus postulados. Siente con fuerza la presión por ser una buena madre. Una madre perfecta. Y sin embargo, con el tiempo, cada una de nosotras nos damos cuenta que la madre perfecta sólo existe en los comerciales de la televisión y en el colectivo imaginario de una sociedad que exige a las mujeres cumplir a cabalidad todos sus roles.

Las madres no se atreven a confesar –por temor a ser juzgadas– que no son perfectas y que están llenas de culpas y miedo a fallar. No se atreven a confesar que se cansan, que quisieran dormir doce horas seguidas. No se atreven a confesar que quieren cinco minutos de paz en el baño para ducharse y sentarse en el WC tranquila. Porque cada vez que se sientan, la guagua comienza a llorar. Pareciera que tuviera un sensor esa criatura. ¿Se han dado cuenta? Es cosa de depositar nuestra humanidad en el excusado, y comienzan a llorar.

Una madre no se atreve a confesar que, a veces, quisiera salir arrancando de la casa al más puro estilo Usain Bolt, y regresar en dos días más. Saltar por la ventana y desaparecer. Porque está colapsada.

La mayoría de nosotras nos esforzamos y damos lo mejor que tenemos por nuestros retoños. Y todas, por sobre todo, los adoramos y seríamos capaces de sacarnos el corazón por ellos si fuera necesario. La maternidad es maravillosa, pero agota. Y eso es normal. Es normal querer ver una película sin interrupciones. Es normal querer escaparse con una amiga para tomarse un café. Es normal querer poner a tus hijos en silencio para descansar.

Es normal querer que se duerman pronto por la noche porque estamos agotadas y queremos tranquilidad. Y esto, créanme, no las convierte en malas madres ni tampoco significa que no queramos a nuestros hijos de manera ilimitada como nunca antes imaginamos que pudiéramos querer a alguien. La madre perfecta no existe, pero sin duda somos nosotras la mejor versión de madre para nuestros hijos.

 

PUBLICIDAD

Tags


Lo Último