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Los métodos anticonceptivos marcaron un antes y un después ¿Cómo era en la antigüedad?

¿Realmente eran placenteras las relaciones sexuales sabiendo que podías quedar embarazada? Talvez hoy en día entiendas porqué la familia de tus padres es amplia, de hecho tienes más de cinco tíos.

Por Gabriela Vaca Jaramillo

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Nuestras abuelas seguramente pasaron un duro proceso en el tiempo de gestación y esto multiplicado por tres, cuatro, cinco o más veces. Ellas no asimilaban bien la manera de cuidarse para evitar embarazos no deseados, incluso habrás escuchado como consejo «que a la primera vez de una penetración ya quedas embarazada». Imaginemos cómo ellas tenían relaciones sexuales pensando en que podían quedar embarazadas, seguro no era tan placentero porque ya sabían lo que venía.

Según Enrique Noboa, médico ginecólogo, con 30 años de experiencia en endocrinología ginecológica, especialidad que se dedica al estudio de las hormonas en la mujer, en realidad hay que reconocer a la mujer muchos logros. «Pero estoy convencido, como padre de dos hijas, de que la anticoncepción desde los años 60 marcó un antes y un después ya que hasta antes del descubrimiento de la primera píldora anticonceptiva, en 1960, podríamos decir que las dos funciones que se refieren a la sexualidad y a la reproducción estaban juntas y para las mujeres era difícil separarlas.

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No olvidemos que a finales del siglo pasado, Sigmund Freud, famoso psiquiatra, mencionaba, cuando ni siquiera se tenía sospechas de lo que podría ser la anticoncepción, que el estado ideal de la pareja era separar la función sexual de la reproductiva.

Por ende cuando se puso en el mercado la primera píldora anticonceptiva se logró culminar el sueño del Freud en el sentido que la mujer estaba ya en capacidad de separar su relación sexual placentera sin que esto implique tener hijos en embarazos no deseados.

Por ende la píldora anticonceptiva marcó un antes y después en el desarrollo profesional de la mujer. Pensemos en las grandes familias que existían antes de los años 60, de hecho yo vengo de una familia de siete hijos, que hoy en día prácticamente es impensable ya que las parejas tienen a veces sólo hasta dos hijos por cuestiones económicas y de enfoque sobre el cuidado de los mismos. Esto hace que el antes se caracterice por las familia grandes, en donde la mujer no estaba en capacidad de evitar los embarazos no deseados.

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Si hubieran existido los métodos anticonceptivos antes de los años 60, estoy seguro totalmente que las familias habrían sido más pequeñas. En este contexto la mujer tenía trabas para su desarrollo profesional porque su tiempo lo dedicaba al cuidado de los menores, que llegaban hasta los 16 en ciertas zonas, en el campo, por ejemplo.

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Hay estudios que muestran que en los años 40 y 50, las mujeres menstruaban hasta que se embarazaban por primera vez a cortas edades, de 18 a 20 años, y se olvidaban de su menstruación porque pasaban por muchos años en etapa de gestación, llevando embarazos de hasta 10 años o más. Eso es parte de la historia ya que actualmente las mujeres tienen a su disposición el control de su fertilidad.

La mujer que vemos ahora está enfocada en su desarrollo académico y profesional, pasa a un segundo plano la necesidad de tener hijos, incluso hay algunas que ni siquiera piensan en casarse y formar una familia, no lo consideran ideal para ser felices. Evidentemente el cambio de mentalidad está presente», explica.

Sin embargo, en base a varias investigaciones, uno de los primeros anticonceptivos de que se tiene registro, documentado en El papiro de Petri, 1850 años antes de Cristo, es una crema hecha a base de estiércol de cocodrilo y miel. Lo usaban las mujeres egipcias como un espermaticida untado antes del coito.

Durante el siglo II después de Cristo, Sorano de Éfeso, un médico romano a quien se le atribuye el nacimiento de la ginecología, recomendaba a las mujeres ponerse en cuclillas y estornudar como método anticonceptivo después de una relación sexual.

En caso de que las mujeres se consideraran con mayor probabilidad de estar embarazadas, Sorano de Éfeso les aconsejaba saltar siete veces, tan alto como pudieran.

Con la idea de que cualquier sustancia ácida podía servir como espermaticida, las mujeres de la antigüedad usaban tela o pasto picado en África para mantener la sustancia ácida en su vagina y así emplearla como anticonceptivo.

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En Asia, el papel de bambú se impregnaba con una sustancia ácida y se introducía a la vagina previo a la relación sexual, también como un método anticonceptivo a base de espermaticida. En el mediterráneo ocurría lo mismo, pero con limón y trozos de esponjas de mar.

Para el siglo XVI, se fabricaban y se usaban preservativos hechos con piel e intestinos de animales como un método para no contraer sífilis. El gran problema es que se reutilizaban, debido a su alto costo.

En 1564, Gabriel Falloppio, quien dio nombre a los conductos femeninos que llevan su apellido, describió un condón hecho de tela por primera vez. Esto permitía que el costo del preservativo descendiera, pero tenía el problema de no ser impermeable.

 

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Uno de los primeros condone / PINTEREST

A partir de 1844, el proceso de vulcanización que patentó Charles Goodyear permitió crear condones de caucho, mucho más resistentes y elásticos. Sin embargo, las dificultades sociales que hubo para distribuirlos contribuyeron a que su reutilización continuara por muchos años.

Desde 1940 se empezó a probar el uso de hormonas en pastillas como método anticonceptivo. En 1960 se aprobó el uso de estas píldoras, que contenían cerca de cinco veces la dosis de estrógeno que hay en las pastillas actuales. Sus efectos secundarios incluían coágulos de sangre.

Hasta la fecha, el más antiguo de los métodos anticonceptivos se continúa practicando. El «coito interrumpido» o «retirada». Un reporte del Instituto estadounidense Guttmacher asegura que el índice de embarazos al practicar este método es únicamente del 4%.

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