Rocío Valencia*
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Todos hemos llegado a sentir envidia en algún momento de nuestra vida e, incluso, se sabe que ésta se desarrolla desde las primeras etapas de la infancia.
Melanie Klein, psicoanalista y autora del artículo ‘Envidia y gratitud’, señala que la envidia trae implícito el deseo de hacer daño, afecta la capacidad de disfrutar y disminuye los sentimientos de amor, ternura y gratitud.
Frecuentemente se confunden los celos con la envidia por lo que es importante hacer una correcta distinción.
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Con los celos se teme perder lo que se tiene, es decir, la persona siente que le deben, que se le ha quitado, o bien que está en peligro de perder el amor por un rival; en cambio, con la envidia se sufre al ver que otro tiene algo que uno quiere para sí mismo. Los celos, los cuales, como se ha dicho, se basan en el amor, comprenden un vínculo de por lo menos tres personas; la envidia, en cambio, se caracteriza por ser un sentimiento enojoso contra otra persona que posee algo deseable, se produce en una relación de dos y no tiene ninguna relación con el amor. La persona envidiosa es insaciable porque su envidia proviene de su interior y por eso nunca queda satisfecha.
Es común que la frustración y los sentimientos de inferioridad producto de la incapacidad de tener o lograr algo que nos es imposible alcanzar, nos despierten envidia y odio, pero la fuerza de estas emociones y el modo de enfrentarlas varía de manera considerable. Algunas personas optan por imitar a quienes envidian en un intento por negar la frustración que esto les produce; otras, al verse incapaces de alcanzar el mismo objetivo, se deprimen y, por último, algunos individuos envidiosos critican, devalúan e, incluso, pueden llegar a castigar tanto física como psicológicamente al envidiado por su ventaja, inclusive, podrían eliminarlo.
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El sociólo Franceso Alberoni mencionaba: «el envidioso desea acercarse al envidiado, ser reconocido por él, identificarse con él y sustituirlo». En casos patológicos, el envidioso sólo puede hallar satisfacción en la destrucción completa del envidiado, en su desgracia total e, incluso, en su desaparición física.
No hay que olvidar que la envidia es un sentimiento que se pone en movimiento con la ambición, la rivalidad y la competencia y afecta los procesos de pensamiento, la actividad productiva, socava sentimientos como el amor, la ternura y la gratitud. Sin embargo, también puede ser utilizada como un estímulo para la competir y superarse. Una persona envidiosa busca hacer daño y recurren a la crítica destructiva (mordaz y perniciosa).
En cambio, las personas que aprecian el trabajo y la felicidad de los demás, que se muestran tolerantes respecto a sus propias limitaciones, que tienen mayor paz espiritual y confianza en sí mismos, son personas que se presentan ante la vida con una mejor actitud y por lo tanto tienen mayor capacidad para amar, disfrutar y ser más felices al ser menos envidiosos.
Tips para eliminar la envidia
– Cuando desees algo que tiene el otro, busca tu superación personal manteniéndote en un nivel de competencia sana.
– Reconoce y acepta tus propias limitaciones.
– Disfruta lo que tienes.
– Acéptate a ti mismo.
Y, recuerda, si no lo logras, siempre tienes la opción de pedir ayuda a un profesional.
*Rocío Valencia es psicólga e integrante de la Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).
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