Por: Rebeca Ubilla.
PUBLICIDAD
Impresionados quedábamos hace un par de décadas cuando nos enterábamos que mujeres y hombres, incluso del mundo del espectáculo internacional, padecían anorexia o bulimia, trastorno que afectaba seriamente su salud. Atónitos veíamos cómo mientras unos adelgazaban casi hasta desaparecer porque aún se sentían gordos, otros se daban atracones de comidas para luego expulsarlos.
Hoy existe una nueva alteración que día a día afecta en todo el mundo y que los especialistas están comenzando a constatar en sus consultas, sin que aún existan estudios específicos. Se trata de la megarexia, un trastorno síquico que provoca una distorsión del esquema corporal, por el que las personas se ven así mismas delgadas y sanas, cuando en realidad están obesas. Quienes sufren este trastorno no son concientes del mismo, y normalmente llegan a la consulta médica por otros problemas de salud, como apnea, cardiovasculares, y diabetes, entre otras.
El tema no nos deja ajenos si consideramos que en Chile existen altas tasas de obesidad que se incrementan día a día. De hecho, somos el quinto país con más obesidad en el mundo según el ránking 2014 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el cual es liderado por Estados Unidos y México.
Hay que tener claro que ser obeso no significa ser megaréxico, pero lo que sí puede suceder es que muchos con alto índice de sobrepeso –y que sufren de megarexia– pueden terminar siendo obesos mórbidos a futuro, al no darse cuenta ni dar importancia a su problema.
Más que alimenticio, un trastorno síquico
La megarexia es una alteración que aún no se ha incorporado en el último manual de patologías siquiátricas, por lo que sólo existen los antecedentes que día a día han constatado los especialistas en sus consultas. Patricia Cordella, médico siquiatra, presidenta de la Sociedad Chilena para el Estudio de los Trastornos Alimenticios, comenta que la megarexia es «un trastorno de ajuste de la realidad objetiva y concreta que el paciente está viendo en el espejo y la representación de su cuerpo, la cual es síquica y por lo tanto siempre deformada de aquello que somos».
PUBLICIDAD
Agrega que «estos pacientes se caracterizan por usar un mecanismo de defensa que los protege de la angustia que les provoca darse cuenta de que tienen un cuerpo que no corresponde con el que ellos quisieran tener o el que sus cercanos quisieran que tuviera, o incluso el que la sociedad quisiera que exhibieran, es decir hay un desajuste y un uso de defensas para no hacerse cargo de la problemática».
De esta manera, agrega, en estas personas su aparato síquico no es capaz de soportar la gran cantidad de angustia derivada de la realidad. «Son siquis bastante frágiles, que no logran administrar la realidad omo para hacer los cambios necesarios», advierte.
En tanto, la doctora Dafne Díaz-Tendero, médico siquiatra de la Unidad de Trastornos Alimenticios de la Universidad Adolfo Ibañez, comenta que «los pacientes que sufren esta alteración tienen una disociación entre la mente y el cuerpo. Es un fenómeno síquico que tiene que ver con mecanismos de protección, por ejemplo ante algo doloroso y del que no saben cómo hacerse cargo».
La especialista explica que las personas, cuando son capaces de ver lo que les pasa, aunque sea doloroso, toman medidas de autoprotección ante ello, y eso quienes padecen de megarexia, lo tienen vedado. «Se trata de personas que no pueden tomar conciencia de su autocuidado, no tienen herramientas síquicas ni emocionales para ello», puntualiza.
Posibles afectados
Pero, ¿quiénes son los que más afectados por megarexia? Los especialistas señalan que de acuerdo a lo que han constatado en sus consultas, en mayor proporción a mujeres jóvenes entre 20 y 30 años, lo que no es de extrañar, si se toma en cuenta que se trata de una etapa compleja, donde se transita a la vida adulta, se deben tomar decisiones respecto a lo laboral, se cortan vínculos y comienzan a proyectarse.
Los doctores también alertan sobre los pacientes que han sido sometidos a cirugías bariátricas, aquellas orientadas a disminuir el tamaño del estómago y que han estado tan de moda en el último tiempo. De hecho en Chile el ritmo de crecimiento de estas intervenciones supera el 30% anual, y a este paso se cree que en los próximos años se operaran más de 10.000 personas al año.
Quienes se someten a esta intervención sufren una baja muy considerable de peso, por ello los especialistas coinciden en que resulta muy importante el apoyo sicológico, ya que se debe hacer un ajuste entre los cambios corporales y la representación que tienen de sí mismos. La doctora Cordella explica que «la representación que tenemos del cuerpo es más compleja que solamente el peso y la silueta que se refleja en el espejo; inciden todas las sensaciones propias, más las que se tienen de ser vistos o tocados por otros, por lo que en la representación corporal está la historia vincular de la persona, y muchas veces está en contra de una representación positiva del cuerpo».
¿Y los niños? Cordella detalla que los menores también podrían sufrir megarexia, porque los mecanismos de defensa y los modos con lo que se manejan la angustia se instalan tempranamente en cada persona y generalmente pasan de generación en generación, por lo que «el mismo sistema defensivo podría estar siendo utilizado en otras patologías de otros miembros de la familia que tal vez no son la obesidad, pero que también podrían vincularse con el tabaquismo, o alcoholismo».
Tratamientos
Para lograr superar la megarexia, tal como en otras alteraciones síquicas, los pacientes deben recibir sicoterapia orientada a regular las angustias que emergen desde la propia construcción que tienen de la realidad y del contexto con el cual se vinculan.
Lo que se recomienda es la sicoterapia relacional vincular y sicoterapia individual, para comprender qué es lo que está pasando en la representación síquica de la realidad propia que tiene el paciente. «Ellas son las que finalmente constituyen estos montos de angustia que no son posibles de manejar y ante los cuales los pacientes responden con mecanismos de defensa que se relacionan con la imposibilidad de aceptar las deformaciones corporales que implica la obesidad», explica la doctora Cordella. En el caso de los adolescentes las terapias –que pueden durar entre uno o dos años– incorporan a su familia, y en la adultez, a la pareja. Ello dado que «en la imagen corporal se incorpora lo que nuestros significativos nos hacen sentir acerca de nosotros mismos», finaliza.
Los síntomas:
* Persona obesa que no se siente como tal.
* No reconoce que tiene un problema y no se hace cargo.
* Consume una dieta que no es saludable.
* No acepta críticas ni comentarios sobre su peso.
* Se cree que está saludable y vigoroso.