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Moda y diseño: La otra pasión de Francisca Valenzuela

La propuesta estética de la cantautora nacional –que mañana presenta en vivo su último disco, “Tajo Abierto”, en el Caupolicán– ha sido pieza fundamental en sus 10 años de carrera. Fue rostro de una marca nacional, creó para ella dos colecciones, y no descarta un futuro en el mundo de la moda y el diseño.

Por Jessica Celis Aburto.

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Entre octubre del 2013 y marzo de este año, Francisca Valenzuela (27) estuvo en una especie de «claustro creativo», como ella lo denomina. Durante ese tiempo, y después de años sin bajarse de la vorágine musical, su agenda no corrió con urgencia y al fin tuvo tiempo para dedicarse a la vida doméstica. «Soy bien ermitaña y me gusta el tema casero. Me encanta la idea de tener días para escribir, componer, cocinar, levantarme más tarde, sin pensar en que tengo que armar maletas, desarmarlas, armar y desarmar equipos y correr a tomar un avión», cuenta.

¿Te gusta aislarte, estar sola?
Más que estar sola, soy bien tranquila. Me gusta estar en la casa, cocinar, recibir gente en mi casa, hacer sobremesa. Cuando estoy en Chile vivo con mis papás, y en L.A., Estados Unidos, con mi pareja (el músico Vicente Sanfuentes). Tenemos nuestra casita y ahí tengo todas mis cosas, mi taller. Él vive allá la mayor parte del tiempo y ahora me vino a acompañar por un mes, porque tanto tiempo separados es fome igual… ¡Es rico estar juntos!

Francisca cocinera, ¿cuáles son tus cartas en lo cotidiano y cuando eres anfitriona?
Me voy a ir a los dos extremos, del menos al más gourmet. Por ejemplo, si he tenido un día largo y tengo hambre, me puedo cocinar un tremendo plato de arroz con salchichas y huevo frito, comida de cabros chicos! (risas). Y si es algo más gourmet me voy por el lado de las ensaladas elaboradas, como una de sandía con menta, rúcula, nueces y queso feta. Voy inventando mezclas. También hago tortillas que acompaño con papas al romero. Carne no hago porque no sé cocinarla. Ahí mi pareja se encarga. Yo compro los embutidos y él los prepara (risas).

Eres muy estilizada, ¿te cuidas mucho en la dieta?
Sí. No soy maniática, pero me cuido tratando de comer bien. Lo único malo es que soy buena para el azúcar. Casi no tomo y no fumo. Igual tengo la suerte de tener una contextura delgada y un buen metabolismo, las mujeres de mi familia tienden a ser más delgadas. También trato de hacer ejercicios religiosamente. Hago pilates, yoga, aerobox, corro, y también cuando estoy de gira hago ejercicios viendo videos en Youtube. Es bien poco glamoroso pero sirve (risas). Paso por épocas en todo caso.

Tu altura es mayor a la del promedio de la mujer chilena, ¿ha sido un tema?
De chica sí. Cuando estaba en Primero Medio tenía un pinche que me invitó a ver una película a su casa y nos acostamos en la cama a verla. Me acuerdo de mis patas colgando por sobre el borde de la cama, y las de él que terminaban justo en el borde. Recuerdo que dije «esto no va a funcionar» (risas). Pero era chica, ahora no es tema.

 

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Entre la música y la moda
Comenzaste muy joven en el mundo de la música (17 años), y siempre te has presenta como una artista integral, atenta desde lo musical hasta la propuesta estética. ¿Tienes conciencia de eso?

Hay un esfuerzo consciente de estar presente, de ir profesionalizándome y aprendiendo. No he hecho una reflexión de si empecé profesionalmente en la música muy chica o no. Lo rico es que no lo pensé dos veces, y desde que lo hice siempre fue ir para adelante y disfrutar lo entretenido y bacán que es. El sólo hecho de hacer música «de verdad» me tenía y tiene entusiasmada. Ahora, la profundización de la profesionalización creo que viene con los años, porque tiene que ver con la sustentabilidad de una carrera, con poder optar con libertad y reconocer qué es lo que puedes hacer, porque al principio haces lo que puedes. Y en Chile cuando eres independiente estás muchos años como bailando la cumbia nocturna, pensando en qué hay que hacer. Lo bueno de haber empezado tan chica es que ahora, cuando estoy más consolidada, aún tengo mucho camino por delante. Han pasado 10 años desde que empecé con una búsqueda. A los hermanos Durán, de Los Bunkers, los conocí a los 17 años, y con ellos hice mis primeros demos. A los 18 ya estaba haciendo mis primeras tocatas en localcitos.

¿Cuál ha sido el lado menos amable?
Lo difícil ha sido saber cómo se hace esto, y en eso uno se demora caleta. Lo mínimo que pude hacer es hacer las cosas bien, como yo las conocía. Por ejemplo, poner atención a las personas, llegar a la hora, estar atenta y tomarlo como una profesión más. Veía a mis amigos trabajando en otros rubros y tenían una disciplina, entonces dije que si me dedicaba a la música, también debía tenerla.

En ese mismo sentido, tu propuesta estética también siempre ha estado muy presente.
Sí, y antes era mucho más latente. Si iba a ser una rockstar, tenía que hacer algo con cuática (risas). No era ponerme unos blue jeans y listo. Para mí era evidente que había que ser rimbombante. Yo decía «quiero ser David Bowie, Gwen Stefani», ese era el juego que tenía siempre en mente. No hubo dudas que para el primer disco y las primeras actuaciones tenía que estar bien «encachirulada», mucho más que ahora. Siempre me acuerdo de una pinta en la que me peiné bien engominada para el lado, con una trenza larga, me puse un pañuelito rojo como Mini Mousse y usé un traje como de látex. ¡Muy emperifollada! (risas)

¿Te arrepientes?
¡No, bacán! Quizás ahora no me lo pondría, pero filo, mejor hacer más cosas y hacer el ridículo si es auténtico. Fue una forma de decir que había una puesta en escena. Recuerdo una época en que les decía a los músicos «¡todos de blanco!» o «¡todos de colores!» o «¡todos con suspensores o con corbatas».

O sea, además siempre ha habido una dirección de escena de parte tuya…
Sí, es decir, he llegado a ir a comprar todo yo misma a las tiendas (risas)… Ahora es menos.

¿Has buscado asesoría para ocuparte del tema estético o es natural?
No, es mío.

¿Y de dónde viene ese olfato?
No sé, siempre me ha gustado la moda, desde chica. La moda y el maquillaje, los dos son un lenguaje, y también tienen su lado entretenido. Creo que son temas artísticos. Desde chica tomé la moda como un medio de expresión. Me acuerdo cuando estaba en Séptimo u Octavo, y usaba una falda larga como de polar con un tajo al lado. Me la ponía con unos calcetines con dedos, como de arcoiris y unas chalas, ¡qué vergüenza! (risas).

Pero hay una búsqueda ahí.
Totalmente. Siempre busqué lo distinto. En un época fui súper gótica, después media rapera. Usaba pantalones anchos con petos, chaqueta de jeans grande y mostraba los calzones (risas). Ahora, tener una profesión que te permita jugar con eso es muy entretenido.

Cuando no estás sobre el escenario, ¿cómo es tu look usual?
Pijama… ¡Nooo!, es broma (risas)… La ropa que uso en el día es súper utilitaria. Y harta zapatilla para ir a ensayar o hacer trámites.

¿Dónde compras tu ropa?
Por internet compro caleta. Desde Assos hasta The Outnet, que vende ropa de diseñadores. También en tiendas típicas como Zara, Topshop y en la ropa usada. Antes iba mucho a Bandera, tipo Nostalgic y Orange Blue, pero ahora compro harta ropa usada afuera. Cuando fui a Australia y Japón, por ejemplo, me preocupé de buscar diseñadores entretenidos. Más allá de comprar ropa o no, me encanta conocer tiendas y el trabajo de los diseñadores. Ahora ando en la onda de los diseñadores indios y su trabajo tradicional con los saris, por ejemplo. Me gusta ese rollo.

¿Eres de la que acumula ropa, reciclas, la regalas o vendes?
No soy de acumular ropa, si tengo algo que ya no uso, lo regalo. Ahora que lo pienso, hace rato que no saco ropa, en todo caso. No soy compradora compulsiva. Pienso harto antes de comprar, y si me gusta algo lo compro rápido y me voy. Las cosas acumuladas que tengo son más bien escénicas, porque no voy repitiendo tanto. Por ejemplo esas calzas metálicas que usé para el disco «Muérdete la Lengua» están ahí guardadas. Para las giras tengo mi ropa que es como un uniforme. Y otra para los eventos de alfombra roja o más elegantes.

¿Tienes diseñadores que te vistan o tú buscas la ropa?
No, la busco. Para el Festival de Viña del Mar (2013), por ejemplo, me conseguí el vestido de un diseñador colombiano que me gustaba, y así lo hago. No tengo estilista, así que me las arreglo buscando no más. Si lo necesitara buscaría ayuda, estoy segura que hay gente súper buena a la que le gustaría colaborarme.

¿Qué es lo que abunda en tu clóset?
Pantalones negros, tengo muchos y en distintos formatos: patas, con pretina a la cintura, como de látex, buzo. Es lo único que ocupo para abajo. No uso jeans, como que no combino con ellos.

¿No tienes adicción a los zapatos?
No. Para el escenario tengo unos zapatos planos de charol blancos y otro par negro; dos o tres pares de botas y zapatillas negras. También tengo dos o tres pares de tacos –negro, blanco y dorados– que los uso re-poco porque no soy de taco y se me olvida que los tengo. Lo que sí tengo harto son zapatos tipo Oxford.

¿Qué no te pondrías jamás?
Un vestido, blusa o polera con cuello redondo que se ajuste con una tirita, ni tampoco nada con corte imperio.

¿Y qué prendas o outfits amas de las tendencias actuales y cuáles no soportas?
Me gustan muchas cosas de lo que se está usando ahora. Me encanta que vuelva el estampado con estampado; el uso de volúmenes; que la ropa tenga mucha más actitud. Me encanta que esté la idea de empujar más el tema, que todo sea más colorinche, con más accesorios, más pelos tirantes, más look. De lo que no me gusta, la chala bota, jamás me las pondría.

¿Cómo encuentras que se están vistiendo las chilenas?
Creo que el tema de la moda en las mujeres ha ido «in crescendo» y ha habido un empoderamiento cada vez más bacán. Se están soltando y haciendo cosas sin miedo al ridículo. Cuando digo ridículo me refiero a que antes eran mucho más grises, pudorosas con el labial y la combinación de colores. Lo veo desde Arica a Punta Arenas: las chiquillas chicas y grandes andan muy pinteadas. Hay un interés, una búsqueda y un rollo de autocuidado de «aminarse» que encuentro que está súper bien, porque es un reflejo de autoestima. Hay más búsqueda de una identidad. A mí no se me va la vida en la moda, pero sí creo que es una oportunidad de expresarse y de jugar.

Fuiste rostro de Foster e hiciste dos colecciones para la marca, ¿cómo fue esa experiencia?
Muy buena onda, me sentí totalmente a gusto, y luego de ser rostro les propuse hacer una colección de ropa e hicimos dos. Una fue basada totalmente en blanco y negro, con formas geométricas y bien skin. Mi fantasía era un traje de dos piezas, y lo hice: era de jeans apretado con rombos blancos y negros, y toda la colección se basó en eso. La segunda colección estuvo basada en el negro y dorado. Esa tenía más accesorios y carteras, más primaverales y con más escotes.

¿Te dieron directrices o total libertad?
Total libertad. Les dije que si lo hacíamos quería hacerlo de tal forma, y lo acogieron súper bien. Lo que hice fue darles mis propuestas en dibujos y luego nos sentamos a elegir y definir en base a mis ideas originales. Me senté a trabajar codo a codo con diseñadores, así, cosiendo los botones para las pruebas. Diseñar, modelar, dirigir el lookbook, trabajar mano a mano con el equipo de ellos fue súper entretenido.

¿Has pensado en tomar un camino por ahí, repetir esa experiencia?
Me encantaría. Más adelante creo que es algo que me gustaría hacer.

¿Buscas inspiración en revistas, blogs?
Sí, busco inspiración en todo sentido, no sólo en el tema de la moda. En mi taller tengo todo desordenado con libros, cuadernos, anotaciones, dibujos, pinturas, todo afuera. Todo está latente. Soy buena para el computador, pero me gusta mucho lo impreso. Soy adicta a Tumblr y Pinterest. Sigo revistas como Daze&Confused y Delayed Gratification, y por Youtube me pego unos laberintos increíbles.

 

Diez años
¿En qué momento estás en tu búsqueda artística? ¿O no planeas nada?
Creo que hay una búsqueda dirigida, una navegación un poquito más timoneada, para no terminar en cualquier parte. Pero también es una navegación abierta, en el sentido de que si pudiera mantener una vida artística que sea dinámica, activa, mutable y libre; que vaya en ascenso y pueda girar en un nivel alto y cómodo por cierta cantidad de tiempo; que tenga la posibilidad de colaborar con quiera; que tenga nuevas oportunidades en música, arte, literatura, moda, diseño… Todo eso me haría feliz. Y en todo caso uno siempre se está descubriendo, en lo personal, como artista, como ser humano…

¿Estás contenta como lo has hecho hasta ahora?
Estoy contenta y sorprendida, porque de alguna manera nunca tuve específicamente un plan, onda «quiero sonar en tal radio, así, y que la gente diga esto de mi». Lo mío fue mucho más artesanal y espontáneo. Con el tiempo se fue retroalimentando y solidificando el cómo hacer una carrera. Quise ser mejor intérprete y tomé clases de canto; quise ser pianista, pero eso fue después, con los años. Tenía la fantasía de hacer música pero no sabía cómo se hacía. En ese sentido ha sido una carrera que me ha sorprendido y me ha dado muchos regalos.

¿Cómo recibes el reconocimiento del público, el verte en portadas, cantar con U2? Un lado de tu carrera que llega directamente al ego.
No le hago mucho caso, en realidad. Mencionas el caso de U2 y es lo más surrealista que me ha pasado en la vida. Fue una invitación en la que no la pensé como una validación, sino como algo choro, pero a la vez terrorífico. ¿Cómo iba a decir que no? Mi visión siempre fue enfocada en ese hecho, en el que subiría a un escenario con esa responsabilidad, no miré lo que eso podía acarrear alrededor. No me quedo pegada en el qué dirán ni en el deber ser. Para tener reconocimiento buscaría otro tipo de oportunidades, como salir en televisión por ejemplo, pero el reconocimiento per se no es lo que busco. Me importa tener una carrera con cierto volumen de trabajo, con ciertas características. Partí queriendo ser Keith Jarret, y luego hacía canciones de 3 acordes y pensaba «¿por qué no puedo ser Keith Jarred?» (risas). A lo que voy es que hay que aceptar que la identidad artística de uno tiene un camino, distinto al que a veces se quiere.

Estudiaste Periodismo, ¿hay algún interés por sacar a la luz a la periodista?
Me encantaría volver a estudiar, pero no es una prioridad.

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