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Meditación, la ciencia de la felicidad

Gracias a una práctica comprometida tenemos la capacidad de moldear nuestro cerebro para alcanzar la estabilidad mental.

En noviembre pasado, unos amigos muy queridos me invitaron a una sesión de meditación. Ahí fue donde escuché por primera vez el nombre de Yongey Mingyur Rinpoché.

El maestro budista, de linaje  Karma Kagyu y Nyingma, es bien conocido por su particular humor al compartir las enseñanzas, a budistas y no budistas por igual. Su enfoque en la meditación en conciencia plena gira entorno a la felicidad, a encontrar la alegría de vivir. Para reforzar la teoría y la práctica, Mingyur Rinpoché da un peso muy especial a las pruebas científicas.

Para entender el contexto, vamos un poco atrás, a sus inicios. Su práctica formal en la meditación comienza a los 9 años, bajo la guía de su padre, Tulku Urgyen Rinpoché. A los 10 años conoce al científico Francisco Varela, especialista en neurociencias y ciencias cognitivas; este acercamiento le ayudó a entender que la ciencia y la meditación van de la mano, aunque no precisamente “hablen el mismo idioma”.

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Bien, entonces ¿cómo funciona nuestro cerebro al meditar?, ¿cómo se relacionan estos estudios con la felicidad?

“El interés básico compartido por todos los seres, tanto humanos como animales e incluso insectos, es el deseo de ser felices y de evitar el sufrimiento.” ~Yongey Mingyur Rinpoché.

Conciencia plena

Dentro del budismo existe una práctica que se conoce como mindfulness, conocida como conciencia plena o conciencia abierta.

Nelson Lostaunau, nuestro amigo de FayerWayer, la define en su artículo Efectos de la meditación en la estructura del cerebro como “una técnica de meditación budista que se centra en ser consciente del momento presente, observando los sentimientos y pensamientos que van y vienen en nuestra mente.”

Su objetivo es estar en el presente, experimentando la claridad y la vacuidad de la verdadera naturaleza de la mente, en palabras de Rinpoché. No se trata de esforzarse hasta alcanzar una mente en blanco. Simplemente enfocas tu meditación en reposar la mente, para que esos pensamientos desatados paren y se desvanezcan.

Neuroplasticidad

Con esa curiosidad de niño, Mingyur Rinpoché ingresó voluntariamente a unas pruebas de imagen por resonancia magnética funcional (fMRI), realizadas por Richard J. Davidson en la Universidad de Wisconsin — así como otros meditadores experimentados —. Lo que encontraron resultó fascinante y nos da más pistas sobre cómo encontrar la felicidad.

El estudio comprobó que el cerebro cambia de manera significativa durante la meditación. Explica Rinpoché, el resultado mostró una sincronía gamma altísima. Con ello se refiere a la sincronía de los ritmos gamma, que representa diferentes grupos de neuronas trabajando juntas en una red, lo que lleva a cabo las funciones cognitivas.

Lo más interesante es que, al seguir una práctica dedicada, la sincronía gamma se mantiene aún cuando no estés en estado de meditación. Esto refuerza el concepto de neuroplasticidad, el poder de modificar el cerebro — algo que años atrás no se creía posible.

La clave de la felicidad

Todos tenemos la capacidad de modificar nuestro cerebro gracias a la meditación. Activar nuestras neuronas, reconectarlas, sincronizarlas para que puedan trabajar juntas. Sin la meditación, dice Rinpoché, las neuronas son como unas pequeñas “chismosas”, ruidosas y aceleradas.  Existe un “parloteo mental”, el mismo nos lleva al pasado y al futuro; nos aferra a las inseguridades, al miedo, a las reacciones.

Esa “mente de mono loco” es aquella que no nos permite ser felices. Así vemos que la clave está en nosotros mismos. En tener consciencia de nuestros sentidos, de nuestras emociones, de conectar con nuestro interior, nuestra verdadera esencia.

«La verdadera naturaleza de todos los seres vivientes *ya es* completamente libre del sufrimiento, y ya posee la felicidad perfecta. En nuestra búsqueda de la felicidad y evitación del sufrimiento, sean cuales sean los caminos que elegimos para ello, estamos sencillamente experimentando la esencia de quiénes somos» ~Yongey Mingyur Rinpoché.

Como cuenta en su experiencia, el miedo y el pánico son mismos objetos de meditación. Observarlos como lo que son en realidad, nos ayuda a avanzar en nuestro camino a la felicidad. Así, con práctica, entendemos donde está esa fuente de la felicidad, en la estabilidad de nuestra mente que no se ve afectada por causas externas.

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