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María Elena Dressel, amante del deporte después de los 30: “Es un desafío a la mente”

La periodista y locutora radial es una amante del esquí, los deportes y la vida sana. ¿Su última tentación? El helisky, la nueva sensación para los amantes de la montaña.

 

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Por Jessica Celis Aburto

La periodista y locutora de radio Oasis lleva una vida ligada al deporte y en especial al esquí, una cualidad que se acentuó después que tuvo a su hija Amalia (8), ya que subió 17 kilos en el embarazo. «Cuando nació bajé 10 kilos, y me quedaron esos 7 más otros 5 que tenía. Ahí empecé a preocuparme por mí. Vivía cerca de la Ciudad Deportiva de Iván Zamorano, así que me metí al gimnasio. Al principio me costó un montón hacerme la rutina, pero de a poco le empecé a tomar el gusto a tener buen estado físico. Los beneficios del deporte tienen que ver con un montón de cosas, como el nivel de actividad y de felicidad, y que son avalados por los estudios. Me gusta el esquí porque me gusta la montaña, me llama. Me calma, relaja, despeja, en invierno y verano. Nosotros tenemos la maravilla de tenerla a 40 minutos en auto. Para mí es un lugar de tranquilidad. De hecho ahí he tomado grandes decisiones cuando he querido pensar. Suena muy cliché, pero cuando hay altos niveles de oxígeno, además, tu cerebro se oxigena y puedes tomar mejores decisiones», explica.

«Empecé a esquiar a los 4 años; mis papás se conocieron esquiando, de hecho teníamos un refugio en Antillanca (Osorno). Es algo natural en mi vida. Esquío a un nivel bien alto, como masculino si pudiera decirse. Ahora me acaban de proponer ir a hacer helisky al sur, que consiste en ir a esquiar a montañas de nieve virgen donde subes en helicóptero. Me lo propusieron y dije altiro ‘¡obvio que sí! Lo hice también para derribar un mito que dice que sólo los hombres o gente muy avezada puede practicar esquí a gran velocidad, porque en el helisky igual puedes elegir un lugar no tan vertical. El poder deslizarte en una superficie con más o menos pendiente es lo que te va atrayendo del esquí o el snowboard –que es lo que yo hago– y como cualquier deporte que lo vas aprendiendo y mejorando, te va gustando más».

El equilibrio en esas actividades es fundamental. ¿Puede alguien que no lo tiene trabajado o en el ADN lograr practicar esos deportes?

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Por supuesto. Creo que hay un error que es habitual, y que yo lo cometí la primera vez que me subí a una tabla de snowboard: tratar de aprender sola. Eso no se puede hacer. Ojalá tuvieras la posibilidad de tener un buen profesor o una buena amiga que te enseñe ciertas técnicas que son claves para aprender a hacer este deporte. Lo que yo aconsejo es eso, e ir cuando el tiempo esté más tibio y la nieve un poco más blanda. También recomiendo cuidarse de no pasar frío, porque aunque parezca un detalle hay personas que se trauman por el frío. Lo mismo aplica para aprender deportes donde tienes que meterte al agua.

Mucha gente que es adulta se excusa en que nunca ha hecho deportes. ¿Qué recomiendas para aquellos que buscan adquirir el hábito del deporte después de los 30 años?

Creo que eso se logra con cosas simples, como en lugar de usar un ascensor, subir una escalera; como dejar el auto a unas cuadras del lugar donde vas e irte caminando; levantarte de tu asiento si estás todo el día sentada en tu oficina, y darle el ejemplo a tus hijos. Una mamá que está arriba del auto todo el día es un pésimo referente para un niño si quiere que éste haga deporte, porque ellos tienden a imitar los actos de los papás. Al mejorar tu estado físico vas a querer practicar algún deporte, y ese deporte tiene que gustarte, obviamente; no puede ser por obligación. Una vez que das ese primer paso puedes empezar con algo simple como caminar.

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