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Catalina Guerra: “Estoy en un celibato total”

 

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Por Jessica Celis Aburto. Fotografías: Gonzalo Muñoz F.

Los días previos al estreno de «Las 50 sombras de Chile», a Catalina Guerra le bajó un poco «el nervio». Era su debut en un stand up comedy y aunque se define como una buena cuentacuentos, y además el estilo le resulta súper cómodo, no tiene la certeza de que sea algo fácil. «Como no estoy en el living de mi casa contando alguna historia, claramente es un desafío grande y para mi carrera, ya que es primera vez que lo hago. Pero puede transformarse en una muy buena fuente de trabajo y de desarrollo artístico, así que ha sido súper entretenido. De hecho, con la Coca Guazzini estamos trabajando en un nuevo proyecto del estilo, que tiene como nombre tentativo ‘Los 50 & 40s'».

Luego de ese trabajo, ¿a qué conclusiones llegaste sobre la sexualidad de las chilenas?
Creo que las cosas están cambiando, que ahora hay una necesidad femenina de indagarse a sí mismas, de liberarse. Todavía me impresiona que haya mujeres que no tienen orgasmos o que se asustan si uno les habla de masturbación, y hablo de gente de todas las edades: jóvenes y adultas.

¿Por qué crees que «Cincuenta sombras de Grey» mató entre las chilenas?
Convengamos que se trata de un libro que no es de gran literatura. Está lleno de lugares comunes, pero es absolutamente transversal: puede ser leído por alguien de cualquier estrato social o edad, y algo en común le van a encontrar. Es el clásico tema que vemos en una teleserie como «Dama y obrero»: la necesidad que tenemos las mujeres –y es lo que me llama la atención– de que un hombre nos venga a rescatar. Hemos luchado tanto para ser independientes, autónomas en todo sentido, pero en el fondo siempre tenemos la esperanza de que venga un príncipe y nos diga: no se preocupe de nada, mi amor, haga lo que quiera y yo me encargo. Eso es lo paradójico. En el fondo, queremos al papá, alguien que nos proteja, y esa contradicción me parece interesante.

¿Crees que las chilenas están muy metidas en ese rollo?
La idea del príncipe está, pero súper escondida. Nadie la reconoce, al revés. Pero, ¿por qué la seguimos teniendo?

Y en general, ¿cómo ves la sexualidad made in Chile?
La sexualidad chilena está súper floja, muy pasiva y fome, con el hombre abajo y la mujer arriba todo el tiempo. Y sería todo. Como que se estableció que fuera así. No sé si es por el estrés de la vida u otra cosa. Evidentemente, hay clases sociales en que la sexualidad es una de las últimas prioridades, porque deben sacarse la mugre trabajando o duermen todos juntos en una pieza. Pero, en general, y ojalá me equivoque, tengo la sensación de que hay un letargo. También puede ser que haya patrones de conducta en una pareja muy establecidos, que empezar a cambiar de un día para otro y ser sadomasoquitas, por ejemplo, sería muy raro (risas). No sé si las mujeres, después de leer este libro, se van a volver más liberadas y van a dejar que el marido les vende los ojos o sean más osadas, pero sí creo que abre un tema que permite hablar,  poder llegar a decir que nos gusta así o que estamos cansadas de estar siempre encima. Creo que es una buena oportunidad para conversar y lograr tener una vida íntima rica. Uno no se casa para conversar.

El mercado del erotismo y los juguetes eróticos también parecen gozar de muy buena salud. ¿Crees que de verdad los hemos incorporado? ¿O hay mucho de pose?
Creo que lo de los juguetes eróticos es real. Tengo un montón de amigas, solteras y casadas, que los tienen, les resultan y están felices, porque además lo único que tienen que hacer es pasar al kiosko a comprar la pila. Los juguetes eróticos son como el Disney del tema.

¿Y qué puedes decir sobre las mujeres de 40 y el peak sexual que se experimenta a esta edad?
Como yo hago todo al revés, cumplí 40 y nunca más nada de nada… (risas). Hace rato que estoy en un celibato total, que ya volví a ser virgen nuevamente. Yo creo que uno finalmente lo bloquea.

Pero, ¿por qué?
Porque somos flojas. Porque si te compras un juguetito y de repente estás sola en tu casa, te tomas un traguito… ¡es la raja! Es como una especie de droga. Lo pensé cuando la Anita Gazmuri hablaba de la marihuana. Si las personas se pegaran dos fumaditas de marihuana en lugar de tomarse un par de pastillas, quedarían relajadísimas altiro. Entonces, lo que hay es un mercado que se quebraría y que pertenece a un sistema que nos tiene convencidos de que es el mejor. Es evidente que un par de piteadas es mucho más sano que tomarse un Ravotril, que es un sicotrópico. Y haciendo una analogía, si te compras tu juguetito, lo usas, lo pasas fantástico, claramente vas a dormir exquisito.

Pero si tienes ganas, entonces, ¿por qué no lo haces?
Una es un animal de costumbre: mientras menos lo haces, menos lo haces, y las mujeres estamos acostumbradas a que la sexualidad debe estar acompañada de amor, con una pareja, con mirarse a los ojos. ¡Las mujeres también podemos tener sexo sin amor! Ese otro pensamiento es del siglo pasado. A mí siempre me dicen: pero, ¿cómo estás sola? Que soy linda, pero yo hace dos años que no tengo pareja. Seguramente es porque no quiero, porque estoy floja en eso. Si quisiera, me pondría en campaña. No estoy sola por insoportable u horrible, es porque no estoy segregando la hormona que hace que sea atractiva para el macho. Y es porque una está así (se cruza de brazos). Finalmente, si tienes ganas, debes ocuparte. Y si no, bien. Lo importante es ser feliz. La satisfacción es una cosa de actitud, también. Típico que te miran y dicen: «estás pololeando», y no es así, sino que justamente ese día te diste un baño de tina rico, descansaste, te compraste un arito que te gustó. En la sexualidad es lo mismo: cuando empiezas a tener relaciones, tu cuerpo cambia, te empiezas a sentir mejor contigo misma, con tu cuerpo. Entonces, si tienes la necesidad, ¡hay que dejar la flojera!, que es algo que me digo a mí misma también.

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