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Héctor Morales: “Me gusta vivir mis penas intensamente y dar vuelta la página”

Luego de conocer a Héctor Morales uno se puede dar cuenta que sí tiene algunos rasgos de ‘Aliro’, su personaje en “Soltera Otra Vez”. Quizás la inocencia y el cuestionamiento eterno. Porque este actor se cuestiona todo. Es reflexivo y hasta un poco melancólico. Melancólico y a la vez alegre, bromista y tan amable como el mejor de los vecinos.

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Por Leo Marcazzolo.

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Cuando estuve con Héctor Morales pensé que se parecía tanto a Jorge González, de Los Prisioneros, que en cualquier momento podría haberle pedido que saliera a cantar. Aunque sabía que no iba a ocurrir jamás, porque Morales desde el punto de vista de la personalidad es nada que ver a González. No tiene ni su dureza, ni su resentimiento, ni su sarcasmo. Es más como Papelucho. Delgado, de piernas largas, hombros estrechos y mirada preguntona, siempre como cuestionándose una causa inconclusa. Una causa que a la mayoría del mundo no le provocaría problemas, a Morales le rompe los sesos. Y es que a él los detalles o las nimiedades del mundo sí le importan. Se hace caldo de cabeza por las cosas chicas, esos detalles nimios le dan vueltas en la mente. Hace listas eternas de las cosas que tiene que hacer y no hacer. Su cabeza no para nunca de funcionar; se detiene en un gesto, en un tono de voz, en un hecho fortuito, en la mirada de un extraño, en el saludo matutino de su novia, en el modo de su jefe, en la sonrisa de la maquilladora, y en sus propias reacciones. Porque Morales no pasa ninguno de sus procesos internos por alto. De hecho se ha vivido cada una de sus crisis a concho. La de los 10, la de los 20 y ahora la de los 30. «Actualmente estoy pasando por la crisis de los 30. Pero a diferencia de otras, no es una crisis negativa, sino positiva. Es una crisis de plantearme dónde estoy, a dónde quiero llegar… Siento que estoy como en la mitad».

¿Y te sirve eso de cuestionarte tanto todo?

Sí, porque así me entiendo mejor a mí mismo. Mis procesos internos, ¿cachai?

Bueno… ¿Y cómo fue tu crisis de los veinte?

Compleja… Creo que me creí demasiado el cuento del actor. Me estrujé mucho y me saqué la cresta trabajando. A tal nivel que en un minuto estuve con tres obras en cartelera, una película y una teleserie. Y todo con el propósito de validarme como actor. Mi urgencia iba por ahí.

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Antes de eso, ¿en qué anduviste?

Viví intensamente. Carretié mucho… Y es que cuando uno es adolescente y se cree adulto quiere vivir muchas cosas. Me emborraché, salí, como que me perdí. Y en esa parada pasé a llevar a mucha gente; a mis papás, a mis amigos. Siento que de alguna forma lo hacía para mandar mensajes al exterior, onda «hola, estoy aquí y necesito que me escuchen».

¿O sea que en el fondo todo era para llamar la atención?

Sí, un poco… La verdad es que todo tiene que ver con mi historia anterior, con la urgencia que tenía de chico de vivir como grande. Imagínate que a los 14 ya quería ser adulto. A esa edad me independicé, ya estaba trabajando, y por lo mismo tenía una relación completamente anormal con mi padre. Por ejemplo salía y nadie me podía preguntar nada, porque me mantenía solo.

¡Increíble! ¿Y qué pasó después?

El proceso inverso. A los 21 tuve que volver a ser hijo y dejar que me cuidaran porque estaba mal. Mi propio sicólogo me lo dijo… Por eso todas las etapas hay que vivirlas sin saltárselas, porque si no te pasan la cuenta. A los 14 no dejé que mis papás fueran papás, y por lo mismo a mis 21, tuvieron que retomar mi crianza.

Y ahora, ¿en que estás?

Mi crisis ahora va más por el lado de cuestionarme si vale la pena todo esto. Si vale la pena entregarle mi vida entera al trabajo… A veces incluso me cuestiono si sería tan valiente como para parar dos años e irme a viajar. ¿Seré tan valiente como para arriesgarme a que después no me llamen más? No sé… Pero sí pienso que de repente puedo parar un ratito y ver qué pasa.

La tele

A Héctor Morales le gusta la tele, pero no es un fanático. Jamás se moriría si la dejara. Podría vivir de otras cosas, dice. Hacer clases, dirigir una obra. O crear cualquier otra instancia de trabajo. Lo importante sería que en ningún caso daría su vida por ella.

¿Qué te pasaría si ya no estuvieras más en la tele?

No me moriría en absoluto, ya que hay un montón de otras cosas que podría hacer… Antes pensaba que sólo servía para actuar, pero ahora me he dado cuenta que puedo realizar diversas actividades, como dirigir una obra o hacer clases.

¿Son mal mirados los actores que no están en la tele?

No por mí… Aunque igual un actor que no está en la tele siempre es tomado como que no lo llamaron… Los mismos actores siempre te están preguntando si estás en alguna teleserie. Y si no estás te dicen «pucha, no te llamaron», poniendo una cara de pena que pareciera que vinieran directo de un funeral.

O sea que igual hay exitismo entre los mismos actores….

Sí, «ene» exitismo. Aunque te reitero que para mí no es ninguna tragedia no estar en la tele. Tengo mi propio cable a tierra, que son mis amigos de mi compañía de teatro que, al no aparecer en teleseries y estar súper bien igual, me demuestran que las lucas que hay aquí no son tan imprescindibles… Uno en verdad no necesita el último modelo de auto ni nada tan sofisticado para subsistir.

Pero igual lo pasas bien haciendo tele, ¿no?

Súper. Y es que hay un montón de relaciones humanas que se generan por detrás de las cámaras, mientras uno está grabando… Ahora lo que pasa después de las grabaciones, ya no es mi problema. He aprendido a desvincularme completamente de ese aspecto.

¿Cómo?

Me desvinculo no más. Si a la teleserie le va bien, la raja, y si le va mal, no es mi problema. Antes en cambio me frustraba y me preocupaba de todos los detalles, al nivel que hasta le llevaba música al musicalizador o me preocupaba en qué parte cortaban una escena… Pero después dejé de hacer esas cosas. Y es que en realidad me di cuenta que es una industria que funciona tan a pesar de uno, que ahora hago lo mío no más. Llego hasta donde puedo con mi personaje, y listo.

Es decir, no te achacas…

No, para nada… No soy en absoluto de esos tipos que se ponen la camiseta de un canal, y dicen «yo soy TVN o yo soy Canal 13». Más bien yo soy actor, y voy a trabajar donde me llamen.

En estos momentos, ¿cómo está tu ego?

En realidad mi ego está en crisis, siempre está en crisis. Yo lucho contra él. Lucho por no creerme la raja, aunque en Twitter me digan, por ejemplo, que soy buen actor; nunca me creo buen actor, siempre estoy trabajando… Aunque ahora último ya he aprendido a valorarme. No voy a andar pidiendo por favor que me den trabajo.

¿No haces lobby?

No, me rehúso a ir a jugar a la pelota con el director para trabajar en la teleserie.

¿Hay actores que lo hacen?

Sí, de hecho hay muchos actores que no son muy buenos que se han mantenido en la televisión por lo mismo. Porque tienen muy buena onda con los directores y productores de las áreas dramáticas.

Héctor melancólico

Además de ser reflexivo es medio melancólico para sus cosas. Un poco nostálgico y a veces abiertamente sentimental, ya que no tiene ninguna vergüenza en sacar todas sus emociones afuera.

Eres de tendencia melancólica, ¿cierto?

No sé. Creo que soy medio nostálgico igual, como que no tengo pudor en decir que algo me emociona… Mi esencia de ser actor es porque en realidad nunca estoy tan contento con lo que me toca vivir. Siempre estoy mirando para atrás y para adelante. Soy tan pesimista que comúnmente pienso que las cosas buenas no durarán para siempre, y por lo mismo no me gusta encariñarme mucho con las suegras, porque después se terminan las relaciones y uno tiene que dejarlas.

Tus duelos, ¿los vives intensamente?

Antes los vivía mucho más intensamente. Una vez, por ejemplo, terminé con una polola y me fui a negro. Me escuché todas las canciones románticas posibles y me lo lloré todo. Y es que nunca me ha gustado dejar nada pendiente. Me gusta saldar mis cuentas, vivir mis penas intensamente y después dar vuelta la página… Antes pensaba que uno se enamoraba solo una vez, en cambio ahora sé que no es así, y por lo mismo ando menos dramático.

¿De alguna forma sientes que estás postergando tu paternidad?

Sí, igual un poco. Me pasa que estoy disfrutando demasiado el no ser papá todavía, para convertirme en uno. Estoy disfrutando a concho mi libertad.

Héctor, la última pregunta, ¿qué es lo peor que te han dicho?

No voy a decir quién fue… Pero lo peor que me han dicho es «mira rotito que te ha ido bien, ya te estás comprando tus cositas. Yo te vi en la universidad y andabas a pata pelada, y ahora mírate». Me lo dijeron en un ambiente muy cuico, tal vez por mi apariencia, y me violentó tanto que hasta el día de hoy me acuerdo (dice finalmente Héctor, con un notorio pesimismo en la mirada).

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