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René O’Ryan revela: “Sí temblé por una mujer”

Es una mezcla de muchas cosas. Tiene la moral de un militar; disfruta el riesgo y la adrenalina con la inconsciencia de un niño, y por si eso fuera poco, es un gran conocedor de las mujeres. Las conoce tanto que sabe perfectamente cómo agradarlas o dañarlas. En esta entrevista explica cómo.

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Por Leo Marcazzolo.

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Siempre pensé que René O´Ryan era un galán. Pero nunca tanto. Nunca imaginé, por ejemplo, que anduviera en moto y todo. Y que más encima la hiciera rugir en las afueras de Canal 13, donde trabaja. Casi como un felino. Como un animal a punto de ser domesticado. Como el arquetipo del galán maduro. De esos que le gustan a mi mamá o a mi abuelita, pero más moderno. Con ropa deportiva, zapatillas y ritmo dinámico al caminar. Como un «lolito», diría alguna tía octogenaria mía. Y pelado más encima. Para verse aún más moderno y ocultar aún mejor esos años que corren despiadados. Tan despiadados que le plagan el rostro con varias líneas de expresión. Y es que eso es lo que les pasa a los hombres que hablan con la cara. Y René O´Ryan claramente es eso: un hombre que habla con la cara. Pertenece al grupo de los que expresan cada uno de sus pensamientos con el rostro. Es de ese tipo de persona. Y también es pragmático y calculador. Tanto que es capaz de programar cada uno de sus pensamientos, acciones y eventos que componen su vida. «Siempre me he programado mentalmente para todo. Por ejemplo, para esta entrevista ya estoy preparado… Sé más o menos de lo que vamos a hablar», me dice, y yo lo quedo mirando capciosa, preguntándome cómo diablos puedo ser tan predecible para él… Al parecer es así. Al soldado O´Ryan nadie le viene con sorpresas.

¿Cómo te encuentras en este momento?

Muy bien. Estoy trabajando en un programa donde estamos haciendo bajar de peso monstruosamente a la gente. Eso me tiene feliz… Imagínate que aunque todavía no sé ni cómo se llamará ni cuándo saldrá al aire, sé que será un éxito. Todo un éxito. Lo dice con una euforia increíble. Tanta que me es imposible no preguntarle si ya le tomó el gustillo a la tele. Ese gustillo corrosivo y a la vez altamente adictivo.

¿Te gusta la tele?

Me gusta, pero en ningún caso me enceguece. No ando como loco buscando cámara. No suelo hacer escándalo, ni ruido, ni nada.

¿Piensas que hay personas que sí lo hacen?

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Sí, claro. Lo que pasa es que como muchos no tienen un respaldo profesional detrás, sólo les queda hacer «cosas» para seguir manteniéndose vigentes… Pero yo no soy así, a mí me da lo mismo estar o no en la tele, porque igual tengo mis estudios. Tengo donde desempeñarme, no soy un don nadie.

Y quizás por lo mismo no eres muy estable en la tele. A veces estás y luego, por largos períodos, no. Después de Pelotón, por ejemplo, pasaste harto tiempo fuera…

Sí, así es. Pero fue porque deliberadamente lo quise así. Estaba cansado de la sobreexposición, no quería más…

O sea que igual rechazaste más de alguna propuesta.

Sí claro. Por ejemplo me negué a entrar a 40/20 como concursante, porque no quería seguir esa línea… No hago el loco en la tele, no sirvo para estar en un programa en el cual tengo que conquistar a una mujer que no es en absoluto de mi gusto, que no representa nada de lo que yo quiero.

¿Habrías tenido que fingir?

Sí, y ya no habría sido yo (dice como si lo peor del mundo fuera dejar de ser él, el conocido soldado O´Ryan)

LAS MUJERES Y EL SOLDADO

Quizás una de las singularidades más grandes de este soldado O´Ryan sea que es un gran conocedor de las mujeres. Dice que las conoce al dedillo, con sus debilidades y fortalezas; con sus manías y defectos; con todo lo que conllevan. Incluso, confiesa, sabe tan bien cómo tratarlas que puede perfectamente dañarlas o agradarlas.

¿Por qué conoces tan bien a las mujeres?

Porque me crié con ellas. Imagínate que tenía tres hermanas, y ellas tenían amigas que pasaban metidas en mi casa… Por eso las conozco, sé lo que piensan, me puedo adelantar a lo que quieren o a lo que esperan.

¿Cómo te puedes adelantar? ¿Tan predecibles somos, acaso?

Sí, hay cosas en que son súper predecibles. Uno realmente puede adelantarse. Puede saber, por ejemplo, lo que esperan de una cita, que están esperando que las llamen, que las atiendan…

Y así como sabes agradarlas, ¿también sabes dañarlas?

Sí. Creo que lejos lo que más daña a una mujer es la indiferencia. La mujer requiere de atención, que la mimen, que le digan que está hermosa. Y cuando tú no lo haces, la dañas. La dañas porque justamente es eso lo que está esperando.

¿Alguna vez has dañado a una mujer a propósito?

Yo sólo quiero estar con una mujer que me deje ser feliz… Y si conozco alguna que me coarta en las cosas que me gustan y no me deja ser, digo al tiro next.

¿Así de terminante?

Sí. En general soy frío, digo next y me da lo mismo. Prefiero ser franco. Soy o no soy. Pero igual estoy consciente de que ese corte frío sí causa dolor.

¿Es verdad que tuviste una relación con la Carla Ochoa?

Sí, pero fue una relación muy corta, muy ligth… Afuera, en todo caso (del reality). Lo que pasa es que en esa época la Carla estaba tan arriba que generó mucho ruido, pero más que eso no fue. No fue algo realmente serio.

Pero igual era una buena historia: el soldado con la recluta…

Tal vez, pero nunca fue craneada así. Nunca fue pensada como un tongo.

Quizás, por lo mismo, hablaste re-poco del tema. Eso sí, la Carla habló más…

Es que las mujeres siempre tienden a hablar más. Yo no. Siempre he dicho que un caballero no tiene memoria; yo sufro de Alzheimer, esa es mi leyenda.

¿Es verdad que el gran dolor de tu vida fue tu divorcio?

Sí. Lo que pasó es que me tomó completamente desprevenido. En mi vida todo lo he calculado estratégicamente, menos eso. Jamás visualicé un fracaso matrimonial. Yo me casé para toda la vida, y me relajé. No estaba preparado para un divorcio. No estaba preparado para separarme de mis hijos.

¿Fue demasiado complejo?

Demasiado. Tanto que decidí vivir mi luto encerrado en una pieza diminuta, donde sólo cabía mi cama… Pero eso me sirvió para aprender que jamás iba a vivir eso de nuevo… Me dije que para superar mi estado tenía que sufrirlo en piel, y por eso fui tan drástico… Vivir en una cama pequeña, con una ínfima ventana, fue la terapia más dura. Todas las penas que allí pasé me prometí a mi mismo no volver a sentirlas… Renací. Hice el cambio.

¿Es cierto que un día le hiciste escribir una carta a una mujer?

Sí, me vi obligado, ya que esa persona no entendía. Y como no entendía, un día le dije que tenía que escribirme una carta. Una carta de su puño y letra, prometiéndome que jamás iba a volver a hacer una rabieta. Pero después, como volvió a hacerla, me vi obligado a mostrarle la carta y decirle que esa era la mayor muestra de que jamás iba a cambiar… Luego de eso salió de mi vida, ni siquiera le permití darme explicaciones.

¿Alguna vez has temblado con alguna mujer?

Sí, cuando perdí la virginidad. Lo que pasa es que sólo tenía 19 años, y no me esperaba que me pasara eso. Era casto y puro y se me dio la oportunidad porque ella quería… Fue muy premeditado por ella y muy sorpresivo para mí, y entonces me puse nervioso. Muy nervioso, porque no tenía mi cabeza programada como para algo así.

EL ARRIESGADO

Aparte de las mujeres, otra de las características que determina a O´Ryan es el riesgo. Al soldado le encanta hacer deportes extremos y vivir la adrenalina.

¿Qué es para ti un salto en paracaídas?

Es como una revolución hormonal. Una liberación de adrenalina tal que no se puede comparar con nada… Lo que se vive es realmente como tener mil orgasmos seguidos.

¿Y por qué te gusta tanto la adrenalina?

No sé, es como mi adicción… Me gusta la adrenalina porque me gusta, me gusta hacer cosas que no las hace cualquiera. Pero ahora, a diferencia de cuando era chico, hago todo con muchísima más responsabilidad.

¿Por qué? ¿Qué hacías cuando eras chico?

De todo, todo lo que significaba riesgo. Le saqué miles de canas verdes a mi madre. La verdad es que no media consecuencias… Imagínate que una vez, a los 11 años, amarré una cuerda al balcón y bajé desde el piso once hasta el séptimo… No sé cómo no me maté, cómo no me caí, cómo no me falló el nudo y terminé trasquilado.

Lo cuenta con su clásica sonrisa donde achina los ojos, mostrando lo mejor de su sexappeal

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