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El año pasado tuve la suerte de escuchar en vivo a Yann Tiersen, su música me enloquece desde que vi Amélie. En el concierto hubo un momento mágico en el que se apagaron las luces, excepto la que iluminaba al músico francés y él lentamente junto a su violín interpretaron “Sur le fil” canción que me hizo literalmente estremecer, sentí cómo los vellos de mis brazos se erizaron, algunas taquicardias y lloré.
Me imagino que alguna vez les ha pasado que una canción o armonía les da escalofríos, bueno lo que ocurre en tu cuerpo en aquel momento tan emotivo es una reacción provocada por un neurotransmisor situado en el cerebro. Según publicó la revista científica Nature Neuroscience, estos sonidos que nos hacen sentir placer inducen al cuerpo a liberar dopamina, esa sustancia de la que tanto hemos hablado, la misma que explota cuando tienes sexo o usas drogas.
Según los científicos del Instituto Neurológico de Montreal y de la Universidad McGill de Canadá, la dopamina juega un papel fundamental para establecer y mantener un comportamiento que es biológicamente necesario. El doctor Robert Zatorre asegura que “por lo general, supone un gran desafío examinar la actividad de la dopamina, tanto en la fase de previsión como en la de recepción de una recompensa. En nuestra investigación, capturamos ambos procesos con el escáner de PET, que nos proporcionó una evaluación única de las distintas contribuciones de cada región del cerebro en diferentes momentos”.
Los expertos midieron la dopamina liberada por el cuerpo de los individuos mientras los exponían a una buena dosis de música y notaron la reacción increíble de sus sentidos, desde escalofríos hasta aumento de la frecuencia cardiaca, también varió la respiración y temperatura.
Fuente: Europapress.com
