Las personas que padecen fobia sexual evitan a toda costa tener relaciones sexuales, algunas por miedo, otras por desconocimientos y muchas por dolor. Hay quienes lo consideran peligroso y personas que ni siquiera pueden pronunciar la palabra.
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Aquellos que no pueden decir “sexo” o cualquiera de sus derivados, sufren de erotofobia, uno de los traumas más primarios. Padecer esta, u otras fobias, no significa que las personas dejen de sentir deseos o que no se exciten, lo que sucede es que se siente bloqueados o incapaces de concretar el acto sexual. Como se desea y teme, la salida más fácil es salir huyendo y evitar cualquier contacto con el tema.
Las consecuencias más comunes producidas por este miedo son la eyaculación precoz, el vaginismo y la dispaurenia, que se basan en experiencias traumáticas o simplemente en mitos o creencias falsas.
Hay muchos que consultan con un especialista, pero hay otros que se esconden en el silencio y este trauma sexual los condiciona de por vida. Por eso es que hay matrimonios no consumados, gente que quiere morir virgen y algunos que ni siquiera logran masturbarse. No se permiten tampoco conocerse a ellos mismos, no saben qué les provoca placer y por su puesto que no tienen la conciencia suficiente de su cuerpo.
La falofobia, que afecta a las mujeres que le temen a la penetración (incluso al ginecólogo y a los tampones), surge porque tuvieron alguna relación donde fueron lastimadas por el pene, y por lo tanto se entiende, pero hay varias que le temen solo porque escucharon alguna vez quejas de otras mujeres, pero ellas nunca lo han experimentado. Hay otras que temen quedar embarazadas y por eso evitan las relaciones sexuales.
Los hombres tienen miedo de no satisfacer a su pareja por el tamaño de su pene, es decir, le tienen pánico a no ser suficientemente “machos”. Y otros que temen estar con mujeres bellas o tener relaciones en lugares cerrados, pequeños, con vidrios, con espejos o aparentemente expuestos. Además de los clásicos: miedo a la impotencia y a la eyaculación precoz.
Para este tipo de fobias no siempre les resulta respirar y contar hasta 20 antes de comenzar el juego sexual y poder así concentrarse y dejar de pensar en el mundo. En ese caso lo mejor es consultar con un especialista que los guíe en el camino hacia el placer.