¿Existe una distancia óptima? Mucha distancia o mucha cercanía puede generar problemas en una relación íntima. El grado óptimo de distancia o cercanía varía de una persona a otra e incluso, en la misma persona a lo largo del día. La falta de deseo puede ser usada como una “solución” para generar esa distancia que se busca y que no se tiene.
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También puede ser resultado de lo opuesto: una distancia tal que no permite estar en pareja y que no permite conectarse íntimamente. Si se pasa mucho tiempo con la pareja, se puede llegar a sentir inconscientemente, (no de forma sicótica) que se diluyen los límites del yo generando angustia, lo que puede llevar a buscar momentos de soledad. Muchos hemos crecido con la idea de que si realmente amamos a nuestra pareja, vamos a querer pasar cada minuto disponible con ésta, pero esto no es realista.
Para la gran mayoría de las personas mucho tiempo juntos puede resultar sofocante, incluso en una relación de pareja íntima y de mucho amor. El tiempo separados puede ayudar a revitalizar la relación. Si por otro lado, no se está juntos lo suficiente, sería aconsejable darse el tiempo para hacerlo. Ojalá fuera de la casa y sin nadie más.
Así como cada pareja define su grado óptimo de distancia/cercanía, debiera hacer lo mismo en relación a la frecuencia sexual y no obligarse a cumplir con lo que se ve en los medios, lo que hace el vecino, lo que hacía esa misma pareja en otro momento de la relación ni lo que pueda decirnos una estadística de algún estudio que hemos visto por ahí.
Una estadística o un promedio es precisamente eso: una estadística o un promedio. Millones de personas en el mundo tienen una frecuencia más alta y millones, a su vez, tienen una frecuencia inferior. De este modo, personas que consideran que tienen problemas relacionados a un bajo deseo sexual no lo tienen realmente. El verdadero problema puede ser el tener expectativas altas y poco realistas. ¿Qué pasaría entonces, si les decimos a esas personas que su nivel de frecuencia sexual es absolutamente normal? ¿Querrían todavía aumentar su frecuencia?
Una reacción muy frecuente al notar que se ha perdido el deseo o que ha disminuido significativamente y que se preferiría hacer 100 cosas antes que tener sexo, es concluir que algo anda mal. Con esto, naturalmente viene el deseo de querer “arreglar” el problema, se trata cada vez más, se planea tiempo para hacerlo o se tiene sexo porque se cree que se debería hacer, a pesar de que realmente no se quiera.
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El sexo se transforma en una meta estresante y angustiante. Entonces, es esperable que el deseo en vez de aumentar, llegue a bajar aún más, generando un efecto de bola de nieve que deja a las parejas todavía más confundidas, enrabiadas, frustradas y con miedo.
Para llegar a comprender y mejorar cualquier dificultad sexual, hay que tener la información adecuada. Es importante reconocer qué la causa y qué la mantiene. Hay que abrir la mente y dejar fuera todos los mitos con los que hemos crecido. Muchas veces es difícil lograrlo sin ayuda de un especialista, y hacemos que la bola de nieve siga creciendo.