-En 2009 sólo hubo 111 donaciones, eso deja a Chile con 7,5 donantes por millón de habitantes, casi una broma. Estamos muy abajo en relación a los grandes de las donación: España y Estados Unidos y aún así estos países tampoco es que entreguen muchos órganos (34 el primero y 20 el segundo, también por millón de personas).
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La negación familiar, los problemas de mantenimiento del órgano y la contra indicación médica, son las principales razones por las que no se dona en nuestro país. Pero también porque el procuramiento, proceso que va desde que se encuentra un potencial donante (muere alguien) hasta que llega el órgano al hospital del receptor, no es tan rápido como se quisiera. No por culpa de los procuradores, ellos tratan de hacer su trabajo lo mejor posible, pero dependen mucho de condiciones externas:
Mientras declaran la muerte cerebral del fallecido, deben preguntarle a la familia si quiere o no donar (esa parte es la más difícil porque tienen que hacer que la familia tarde lo menos posible en responder. No se puede perder tiempo porque hay otro a quien salvar, pero al mismo tiempo esa familia está recién entendiendo que se murió su hijo, papá, hermano, primo…); que llegue rápido la ambulancia con el órgano (que puede ser un avión que viene desde otra cuidad, por ejemplo); que el órgano no se “descomponga” (tienen un máximo de horas para estar en hielo, depende de cada órgano), que el SAMU (Servicio de Atención Médica de Urgencia) no tarde; ubicar muy rápido al posible receptor (de acuerdo a las características del paciente que falleció), etc.
Hasta ahora los pacientes casi ruegan porque aparezca alguien. Si todos donáramos, esa búsqueda no sería tan terrible. No le podemos dejar toda la carga a los médicos, procuradores, pacientes o la familia del fallecido, esta cadenas de hechos puede ser más fácil si es que nosotros decidimos ser donantes.