Por Karen Hernández
Los juguetes sexuales con forma de muñeca no son algo nuevo, existen desde 1930. Estas han pasado por diferentes procesos y materiales para darles la forma más realista posible, de manera que genere sensaciones indescriptibles a quien las usa. Sin embargo, la tecnología ha avanzado a tal nivel que en algunos casos, puede llegar a rozar con los límites y caer en lo perverso o enfermo.
Las muñecas sexuales son una figura humana que no goza de tal naturaleza y aún cuando se esté consciente de ello, son capaces de despertar ciertos instintos poco éticos en algunas personas, por el simple hecho de sentir que están sometiendo a su antojo a una «mujer».
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Los impulsos sexuales muchas veces terminan por desencadenar fetiches reprimidos peligrosos y una muñeca inflable puede despertar un fetiche con niñas, por su figura infantil y en un caso real, más reciente, la violación de una mujer.
Y es que la industria acaba de lanzar un nuevo robot sexual llamado Frigid Farrah que tiene la opción de «modo frígido». ¿Lo insólito? que encontraron la forma de hacer 5 modalidades de frigidez, poniendo a Frigid Farrah como «reservada y tímida» o «incómoda con tus toqueteos».
Foto: The True Companion
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El robot cuenta también con receptores que provocan que la cara se transforme en la de una mujer que está sufriendo cuando la tocas descaradamente .
En la descripción del sitio web, afirman que este modelo no es un intento de reproducir el mundo real y la empresa dice que sus robots «permiten a todos realizar sus sueños sexuales más privados», pero ¿realmente pueden conseguir evitar un delito al hacer que el sujeto descagrue sus impulsos en un juguete o por el contrario, animar a que estos desarrollen comportamientos violentos o poco respetuosos con otras personas?.
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La violación no es un acto de amor y ni siquiera de pasión sexual. Es un crimen violento que atenta con la integridad de otros. Una muñeca como Frigid Farrah no debería animar a los violadores a que encuentren una salida supuestamente segura para sus impulsos. Y no, la violación tampoco debe ponerse como un divertimento.