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Esta cirugía promete “devolverle” la virginidad a las mujeres (y muchas recurren a ella)

¿Es posible (y sensato) una segunda virginidad?

Por Karen Hernández

Histórica y culturalmente, la virginidad ha sido percibida como el tesoro más sagrado para una mujer y cuando esta se pierde es todo un suceso, ya que simboliza un paso importante en su vida sexual y reproductiva.

Técnicamente una mujer es virgen mientras su himen (membrana flexible situada en la entrada de la vagina) permanezca intacto. Cuando se tiene relaciones sexuales y hay penetración vaginal, entonces este se rompe por la acción del pene.

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De acuerdo con la tradición en muchas culturas, se cree que si una mujer es virgen, deberá sangrar en su noche de bodas, que es la prueba de que el himen se ha roto. No obstante, hay muchas ideas confusas sobre ese momento porque el himen puede romperse andando en bicicleta o con una caída fuerte. Esto puede provocar ese ligero sangrado por el desprendimiento de dicha membrana.

Lo cierto es que muchos expertos aseguran que el himen no sirve para nada. La asociación de la pérdida de virginidad con un acto sexual por penetración vaginal es un problema, ya que hace del sexo heterosexual el estándar por el cual entendemos la virginidad.

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Y mientras que los tiempos han cambiado y perder la virginidad ya no es un suceso digno de una fiesta de tres días, en muchas culturas, perderla sin estar casada representa una deshonra.

Es por esto que actualmente muchas mujeres alrededor del mundo se han obsesionado con «volver a ser vírgenes» y acuden a hospitales privados para que se les realice una himenoplastía o reconstrucción de himen.

Se trata de una operación que une la membrana, quita manchas y arrugas en los labios vaginales e inyecta colágeno en el punto G para hacerlo más sensible, lo que da como resultado una «segunda virginidad».

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Así, entre 45 y 60 minutos, las mujeres pagan entre $2,000 y $ 4,500 dólares para restaurar su himen. En países de europa, como España, cuesta alrededor de 2 mil euros, mientras que en México ronda los 16 mil pesos. 

Los efectos secundarios tras la operación pueden ser dolor, inflamación, infección en la zona, hemorragias y hasta daños en la vejiga o el recto.

Las mujeres que no son vírgenes y contraen matrimonio con un hombre con el que no perdieron su virginidad, a menudo tienen que planear un engaño con el fin de garantizar el sangrado durante la noche de bodas, pues de no haber, puede conducir a la anulación del matrimonio o en los peores casos, «asesinatos de honor». Si hay alguna sospecha de que una mujer no es virgen, ella podría, incluso, ser forzada a confirmar su virginidad por un ginecólogo.

Las musulmanas, por ejemplo, son una comunidad donde las mujeres todavía están obligadas a mantener su virginidad hasta el matrimonio y cuando esto ocurre fuera del matrimonio, las consecuencias pueden ser fatales, desde la expulsión de la comunidad hasta la mutilación de genitales o sentenciarlas a muerte. Para evitarlo, muchas mujeres prefieren someterse a esta intervención quirúrgica que permite devolverles la virginidad y con ella, la aceptación de su pueblo.

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