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7 cosas por las que “Sailor Moon” nos cambió la vida

Serena Tsukino es el Homero Simpson adolescente y mujer de la animación japonesa que siempre quisimos ser.

Todo aquel que haya tenido de 6 a 12 años de 1994 a 1997 entenderá la emoción que produce esta frase: 

«¡Por el poder del Prisma Lunar!»

Y luego seguía la increíble transformación que toda niña trataba de repetir (sin éxito, por supuesto) en el patio del colegio. Muchas querían ser, claro, Usagui o Serena, como se le conoció en México y el resto de Latinoamérica.

Pero el resto de «Sailors» también tenían lo suyo. Eran demasiado cool con sus trajes de marinero, sus poderes y transformaciones.

Incluso las «Sailor Stars», que pasaban de hombres a mujeres.

Y ahora que «Sailor Moon» va a estrenar película y hay desde bolsos…

… hasta condones (como los que repartirá el gobierno japonés), acá les mostramos por qué la serie cambió nuestra vida.

En la serie de los 90, Serena era todo menos perfecta

«Candy Candy» y todas las demás heroínas femeninas eran pícaras y traviesas, pero no llegaban al nivel de torpeza y pereza de Serena. Era como ver a «Homero Simpson» hecho adolescente japonesa.

Esta mujer era el elemento cómico principal de la serie. Tenía pésima ortografía, peleaba con Rini, su hija del futuro, por cualquier cosa, así como con Rei. También era coqueta y pasaba las mismas vergüenzas que el resto de nosotras, como pueden verlo a continuación cuando quiere ser «Princesa». 

 

O cuando estaba borracha: 

Sin embargo, Serena se transforma en la princesa de todo un reino

Porque a pesar de eso, Serena llega a madurar. En toda la serie se ve cómo pasa de ser una adolescente fastidiada y fastidiosa, a ser la princesa de su reino perdido. La líder que el resto del grupo de «Sailors» merece. 

Incluso, llega a sacrificarse por sus amigas y a tratar de razonar con sus enemigos. Serena poco a poco va encontrando su propio poder.

«Sailor Moon» era todo, menos solemne

Vale, puede que la nueva versión lo sea. Pero el humor físico de la serie fue lo que la hizo grande. «Sailor Moon» supo manejar muy bien los momentos dramáticos y sobre todo los cómicos, que pasaban hasta en las peleas.

Por ejemplo, Serena es estúpidamente desarmada al convertirse en pelota de baseball: 

Y ni siquiera en plena pelea todo les podía salir perfecto. A veces todo resultaba totalmente ridículo.

Las peleas y los momentos bochornosos también fueron constantes. Y en eso no solo Serena era protagonista, sino el resto de sus amigas. Sus peleas con Rei eran para alquilar balcón.

Si no te gustaba Serena, existían otras más

Ami Mizuno, talentosa nerd con un smartphone en plenos años 90.

O Rei, Sailor de Fuego.

O Lita y su imponencia física. Y quizás Mina y su frivolidad, o las que para muchas, son las más «cool» del grupo. Sailor Urano, Haruka Tenoh, quien se vestía como un hombre, era fuerte y elegante. Y  cómo olvidar a su pareja, Michiru, rica, con clase, artística (Sailor Neptuno).

También estaba Sailor Plutón, Setsuna, y su misterio.¿O qué decir de Hotaru Tomoe, la Sailor de la destrucción? 

Existían muchas «Sailors» para escoger.

Pero lo mejor eran sus juguetes

Y no solo hablamos de las casas de las «Sailors» y las muñecas que vendió Bandai en los años 90. Hablamos de los cristales y las armas que tenían cada una de ellas. Por ejemplo, todos los cristales de Serena que genialmente cualquiera puede tener.

Nos planteó temas de género 

La relación de Haruka y Michiru fue impactante en una sociedad tan cerrada y conservadora como la latinoamericana. Las dos son pareja e incluso, en la familia que conforman con Hotaru, ella la llama «Papá Haruka».

Ahora, en el caso de las Sailor Starlights, el cambio de género también fue un tema impactante. Yaten, Taiki y Seiya  se comportaban como hombres en su vida normal. Pero cuando peleaban eran mujeres poderosísimas.

 

Las que salvan el día son mujeres 

Aunque Tuxedo Mask (Darien) llegaba a ayudar a las «Sailors», las que al final del día se encargaban de todo eran ellas. No eran damiselas en peligro.

Y lo mejor: lo hacían con todas esas cosas que dicen que son «cursis» y  de manera despectiva y hasta subestimable, «de mujeres». Con minifaldas, moñitos, corazoncitos y vestidos de ensueño lograron salvar al mundo en más de una ocasión. 

 

 

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