Estamos viviendo una situación crítica por los incendios forestales que afectan a nuestro país. El humo tóxico que cubre toda la zona centro sur, en donde se concentra la mayor densidad poblacional, afecta las vías respiratorias de sus habitantes, así como también a sus ojos.
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Ardor, picazón o enrojecimiento son las principales molestias oculares que pueden sentir las personas, debido a que, en contacto con los contaminantes, los ojos pueden desarrollar conjuntivitis, queratitis, inflamación de la córnea y sequedad ocular.
El humo de un incendio forestal no sólo produce irritación e inflación de las conjuntivas, lo que se denomina conjuntivitis tóxica, sino que incluso puede causar úlceras córneas y hasta la pérdida de la visión, la que puede ser transitoria en casos de queratitis producida por la sequedad y los componentes tóxicos del humo.
El doctor Cavada, recomienda a quienes viven cerca de los incendios, mantenerse en el interior de las casas colocando telas húmedas en las ventanas y ranuras de las puertas para impedir que ingrese ceniza u otras partículas tóxicas. En el caso de tener que salir, deben usarse antiparras o lentes de protección que eviten el contacto de ceniza o material particulado con los ojos.
Para quienes usan lentes de contacto es recomendable que suspendan su uso o que los laven frecuentemente, al igual que los ojos.
Es importante evitar refregar los ojos, ya que la fricción de los dedos puede causar heridas. Las lágrimas forman una película protectora y el pestañeo natural empuja cualquier residuo sólido o elemento externo hacia el borde de los ojos, provocando un efecto de «limpieza».
Se recomienda pestañear más veces de lo habitual para así eliminar el exceso de fluidos junto a las partículas que estos pudieran arrastrar, señala el doctor Cavada de www.puertadelsol.cl
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También, el médico aconseja el uso de lágrimas artificiales, que actúan como lubricantes del ojo cuando este está rojo, cuando pica o se siente ardor, pero sin abusar de ellas ni usarlas por períodos prolongados de tiempo.
Si el problema persiste, se debe visitar a un oftalmólogo para revisar si la exposición del ojo al humo no le ha producido un problema más grave que se puede estar enmascarando o disimulando con el uso de estos lubricantes. Síntomas como lagrimeo constante, u otras secreciones, dolores intensos en los ojos o alteración del campo visual, no deben dejarse pasar y son alertas urgentes para recurrir a un especialista.
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