Aunque egresó de Arquitectura en la Universidad de Chile, Juan Cabezas –conocido como Juan el daltónico @juaneldaltonico– nunca ejerció, pero agradece haber elegido esa carrera. “Siento que si no hubiese estudiado, no podría estar haciendo lo que hago ahora. Finalmente, hacer sombreros o tocados se relaciona bastante con la estructura y la mini ingeniería”, asegura.
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Con una destreza única, Juan crea objetos artísticos originales a partir de diversos materiales reciclados, entre los que destaca el uso de plumas, fieltros y materiales orgánicos. Se hizo conocido luego de hacer dos importantes colaboraciones que terminaron en la pasarela del Mercedes-Benz Fashion Week en 2016 y consolidó su marca: Daltónico.
Se considera totalmente lejano a las tendencias y reconoce que siempre está un poco desactualizado de todo. Sin embargo, esto no ha sido un impedimento para hacer sus creaciones, al contrario, no seguir modas ni estereotipos le ha servido para diseñar sombreros y tocados que traspasan los límites de lo común.
¿Cuál es tu relación con la moda?
Siempre fui el que se vestía raro en mi familia y el que seguía todas las modas. Fui pokemón, emo, gótico. Desde chico me llamó la atención el poder comunicativo que tiene la ropa. En el fondo, soy súper tímido como persona. Me carga saludar, me muevo con mucha timidez, pero siempre me gustó que la ropa me quitaba ese miedo, porque podía comunicar lo que quería sin decirlo. Sé que no me visto full tendencia, ni súper bien, ni súper sexy, pero lo paso bien con esto.
¿Sientes que sacas un lado oculto de tu personalidad con tus sombreros?
Partió como una terapia. Es como la gente que hace parapente: por muy tranquilo que seas, a veces uno busca ese lado. Para mí hacer esto es esa válvula de escape. En mi proceso de diseñador, o en mis obras como diseñador, tiro toda la carne a la parrilla, vivo el proceso, donde no hay reglas, hago lo que quiero ciento por ciento. Es mi coraza.
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¿Te esperabas el éxito que has tenido?
No, creo que me ayudó que sea un nicho tan poco usado y tan poco trabajado en Chile.
¿Cómo nace la idea?
Siempre estoy en mi casa que queda lejos de Santiago, nunca me invitan a eventos, entonces vivo en mi onda. Cuando me hice un Instagram, se me abrió una ventana al mundo. Me di cuenta que habían muchos diseñadores nacionales que estaban partiendo y ahí conocí al estilista “Sebastián Hasta Nunca” y le mandé a hacer un pantalón. Nos conocimos y me propuso hacerle un sombrero a su colección. Hice ocho y le gustaron. Fuimos a desfiles, hicimos una editorial con Patricio Roldán. Ahí me di cuenta que podía y tenía que seguir.
¿Qué cosas te inspiran en tu proceso de creación?
En cualquier parte está la inspiración, hay que mantener los ojos bien abiertos. Hago referencias al trabajo de diseñadores que me gustan, como Alexander McQueen, John Galliano, Philip Treacy o Stephen Jones. De hecho, les copio diseños, no tengo problemas en decirlo, porque creo que es una súper buena escuela, pero está mirado en menos. En lo que hago, mientras uno lo diga, no tiene nada de malo, porque nunca va a ser exactamente igual y es un súper bonito proceso de aprender. En mis colecciones establecidas, trato de no hacerlo, pero en cosas sueltas o ejercicios es bueno copiar. Las redes sociales tienen la idea de que uno siempre debe tener productos terminados, listos para el mercado, y no. El trabajo de diseñador es de ensayo y error.
¿Cuál es el fin de tus creaciones?
No busco vender ni ser el diseñador de moda. Para mí la moda, más que un fin, es un medio. La sombrerería y los tocados son mi medio de expresar ideas, porque soy bien outsider. A veces me da hasta un poco de envidia cuando veo diseñadores que son súper trendy.
¿Te gustaría lograr eso?
Sí, porque, por un lado, esas cosas se viralizan mucho más rápido, se hacen conocidas y también se venden más rápido. Después pienso que no estaría siendo yo y las cosas que he logrado han sido mantenidas consecuente conmigo mismo y con mis propios preceptos como diseñador.
¿Tienes miedo a que se masifique porque podría perder su esencia?
No, para nada. Creo que si en algún momento se masifica, seguirá siendo la misma. No sé nada de tendencias, ni de moda, me visto como me visto. El estilo personal es lo que más tiene que primar. La gente consecuente con su estilo personal es la que se ve bien. La comodidad y la consecuencia son los mejores accesorios.
En ese sentido, ¿cómo ves la moda en Chile?
Siento que tiene muchas ganas, pero no siempre están los medios económicos y de difusión. A veces me preguntan si me iría del país y obvio que sí, pero también debo decir que hay muchas cosas que hacer aquí. Es un momento súper rico y, si yo puedo aportar un granito de arena a que esto evolucione, abrir mentes y hacer esto más entretenido, lo voy a hacer. Para algunas personas, la moda es sinómimo de estar incómodo y de cumplir, y para mí es todo lo contrario.
¿Cómo te gustaría ser percibido dentro de la industria?
La sombrerería es como la prima rara, la menos trabajada, la que te permite ser más expresivo, porque no tiene tallas, reglas ni temporadas. Es la más hetérea, la más loca y extravagante. Si yo soy quien pone esa gotita de tinta a la moda chilena hoy, así me gustaría ser percibido, como el freaky. Me gusta que se me reconozca como una rareza.