Moda y Belleza

¿Tienes un lunar extraño? ¡Ojo con lo que debes saber!

Símbolo de belleza y seducción, varias se han hecho famosas por algunos estratégicamente ubicados. Sin embargo, los lunares requieren cuidado y atención; cualquier cambio en su color o forma puede ser indicio de un potencial riesgo.

Por Valeska Silva Pohl.

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En invierno nuestra piel está menos expuesta, y por lo mismo muchas veces la descuidamos un poco. Sin embargo, examinarnos el cuerpo debiese ser parte de nuestra rutina, y así como nos damos el tiempo para una exfoliación o una limpieza profunda, debiésemos revisar nuestros lunares, porque encontrar a tiempo una irregularidad o cambio puede hacer una gran diferencia.

¿Qué son los lunares? Son proliferaciones de las células llamadas melanocitos, las mismas encargadas de producir el pigmento o tono de la piel y que les dan su característico color café. En su mayoría están determinados por un componente genético, pero el ambiente también es relevante, ya que se observan con mayor frecuencia en personas que han tomado mucho sol a lo largo de su vida. ¿Por qué? La radiación UV es la responsable directa en más del 90% de los casos de cáncer a la piel; por ello es imperativo ser responsables en el uso de protectores solares y estar siempre atentas a nuestros lunares. Los expertos coinciden en la importancia de realizar un chequeo médico una vez al año, para revisar todos los del cuerpo.

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«La mejor prevención está relacionada con la protección solar integral: ropa con protección solar, sombreros, anteojos; especialmente en verano no exponerse al sol entre las 12 y las 15 horas y, por supuesto, utilizar factor solar 50. Las zonas más expuestas como cara (centro facial y orejas), hombros y escotes hay que protegerlas con especial cuidado durante todo el año», nos explica la dermatóloga Alejandra Ríos, de Central Klinic.

Toda la preocupación por el cambio de tamaño de los lunares no es exageración; aquellos que crecen producto de la exposición al sol pueden ser malignos, así como los que se originan en lesiones pigmentadas que ya existían y que se conocen como melanomas, un tipo de cáncer de piel muy agresivo y que en su etapa inicial puede tener una apariencia similar a la de los lunares benignos. Por ejemplo, este es el cáncer que hoy tiene a la periodista Javiera Suárez luchando por su vida y la del hijo que espera.

Recordemos que hay varios tipos de cáncer a la piel, según las células que lo originan. Sin embargo, en el caso del melanoma el diagnóstico precoz resulta fundamental dada su alta mortalidad. El melanoma es un cáncer que se origina en los melanocitos, los que se multiplican y aumentan la producción de melanina, provocando que el tumor tienda a crecer y adquirir varios tonos de pigmentación, ya sea café, rojiza, azulada y/o negra. Puede aparecer sin aviso en una piel normal, en una mancha oscura o un lunar, por eso es importante el control periódico con un médico especialista.

El pronóstico depende fundamentalmente del momento del diagnóstico; si un melanoma se identifica en forma precoz, por lo general es bueno. Por el contrario, si se detecta en forma tardía, la posibilidad de que el tumor maligno sea profundo es mayor, lo que eleva el riesgo que haya ocurrido una diseminación a los ganglios y a otros órganos (metástasis).
Ya diagnosticado como maligno, su tratamiento dependerá de qué tan avanzado esté. Si es incipiente en general basta con la extirpación de la lesión. En casos avanzados se debe recurrir a cirugías mayores –que pueden incluir ganglios u otros órganos– y ocasionalmente se llega a la quimio o radioterapia.

Por eso, como medidas de prevención, además del autoexamen y control rutinario, es importante no exponer los lunares al sol, y estar atentos a los signos de alarma. ¿A qué más estar alertas? Sigue las recomendaciones de la doctora Ríos: «Un lunar normal es simétrico, en cambio los melanomas son lesiones asimétricas. Si pican, sangran, duelen o cambian, se debe consultar».

¿Es común que se produzcan cambios? Es normal que con el tiempo aparezcan lunares nuevos, o que los existentes vayan cambiando en forma progresiva. Lo importante es que no se vuelvan malignos. Los lunares pueden ir «creciendo» junto con los niños, y en los adultos es normal que pierdan pigmentación o se levanten levemente. Pero sólo si son cambios graduales.

¿Más lunares, más riesgo? Sí. A mayor número de lunares –especialmente si tienen características poco comunes– más riesgo de que se «malignicen» o que aparezca un melanoma. De igual manera, quienes tienen antecedentes familiares de cáncer a la piel, forman parte de la población de mayor riesgo.

Lo bueno es que actualmente las tecnologías favorecen un análisis más riguroso de los lunares, ya que permiten detectar posibles cambios con mayor precisión, en especial en aquellas personas que se deben chequear en forma periódica por antecedentes previos.

Por ejemplo, la Clínica Las Condes tiene un avanzado equipo de mapeo digital de lunares donde, mediante una serie de fotografías digitales de distintos segmentos del cuerpo, puede efectuarse una exhaustiva comparación en el tiempo. Así, cuando un lunar se observa distinto, se recurre al mapeo del año anterior para comparar su registro.

Además, por lo general los dermatólogos cuentan con dermatoscopios (lupa con luz especial que permite observar estructuras del lunar invisibles al ojo humano) para realizar un examen físico completo.

Para realizar en casa:
* Examina el rostro, sin olvidar las orejas y el cuero el cabelludo.
* Revisa la palma y el dorso de las manos, incluyendo uñas y antebrazos.
* Observa el cuello, pecho y vientre, poniendo atención a la zona bajo los senos.
* Frente a un espejo de cuerpo entero, y con otro de mano, ve si hay alguna lesión sospechosa en la nuca, hombros o espalda.
Ante la presencia de una o más variables alteradas, es importante consultar con un dermatólogo.

Técnica del ABCDE

La técnica del ABCDE es la que te permitirá saber cuándo es mejor acudir a un especialista. Fácil de seguir, sigue estos pasos, porque un lunar es sospechoso si cumple con uno o más de estos signos:

* Asimetría
* Bordes irregulares
* Color no homogéneo
* Diámetro mayor a 6 mm
* Evolución (cuando se produce alguna anomalía, como sangrado, inflamación, enrojecimiento, endurecimiento, picor, etcétera)

Factores asociados de riesgo:
* Antecedentes personales o familiares de melanoma
* Alto número de lunares
* Exposición solar excesiva (especialmente quemaduras solares intensas ocasionales)
* Color de piel y ojos claros (sobre todo, el fototipo de los pelirrojos)

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