Es sorprendente cómo la tecnología y la moda se complementan. Hoy vengo a mostrarles una marca británica, Knyttan, que utiliza una herramienta digital para que cada cliente personalice las prendas que va a comprar. Es como si usuarios y diseñadores trabajaran juntos.
PUBLICIDAD
De repente nos encontramos con una prenda y pensamos: sería perfecta si el patrón fuera menor, o más pequeño, o en otro color… ¿A quién no le ha pasado? Puede ser difícil encontrar justo lo que se tiene en mente, con todo y que existen algunas apps que nos ayudan en el proceso. Imposible que el diseñador coincida con nosotros en todo, por mucho que seamos fans de su trabajo.
Pero ¿qué tal si pudiéramos crear nuestras propias prendas, y contar con alguien para que las corte y las cosa? Eso es más o menos lo que hace esta marca: salvar distancias entre diseñadores y clientes, para que los primeros hagan su trabajo con base en lo que los segundos desean.
El servicio tiene su base en Londres. Consiste en una mezcla entre arte digital, diseño y ropa de punto. Lo anterior se pone en manos del cliente para que éste personalice prendas con base en opciones prediseñadas, porque son los expertos quienes deciden con cuáles alternativas vale la pena contar.
Las tiendas de la marca, llamadas “Fábricas del Futuro”, cuentan con tabletas para que el cliente elija estilos, colores y patrones, y los use para personalizar suéteres, bufandas y otras prendas. Es ropa sobre pedido, que se manda a hacer una vez especificadas las características que se buscan.
Para quienes no viven en Londres, es posible comprar en línea. Desafortunadamente, las entregas se hacen sólo en países de Europa. Así que, expertos en moda y arte digital en Latinoamérica, aquí hay una gran oportunidad. ¿No sería genial que de este lado del mundo tuviéramos opciones parecidas?
Las prendas de esta marca oscilan entre los 125 y los 250 dólares, todas son de punto y están confeccionadas con lana italiana. Cada pieza viene con una etiqueta personalizada, con el nombre del diseñador y del cliente. Después de todo, el segundo también formó parte del proceso de diseño.
Queremos ver propuestas como ésta en México, Chile y otros países de Latinoamérica. ¿Quién se anima a dar el primer paso?
