Moda y Belleza

El vestido de graduación

Recién había cumplido 18 años y faltaba muy poco para graduarme de 4º medio, llevaba dos meses a dieta estricta y mi mamá salía a buscar todos los sábados la tela perfecta para mi vestido de graduación que ella misma confeccionaría.

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En el colegio de lo único que hablábamos era del vestido, que con escote o sin él porque las mamás no les daban permiso para mostrar y en esa época estaba de moda el tul todas querían parecer princesas. A mi lo que me preocupaba era estar flaca -es que nunca he sido muy escultural que digamos- que mi vestido no lo tuviera nadie más que yo y pasarlo fantástico en la fiesta que ya estaba organizada hasta el más mínimo detalle. Con mi mamá compramos una tela elasticada, de color celeste y con unas bellísimas aplicaciones de brillos de distintos tamaños que envolvían el paño. Para hacer mucho más fácil el proceso también compramos un molde con un diseño interesante, el cual yo tenía claro que ninguna de mis compañeras -harto pacatas- nunca se pondría, la idea era escandalizar.

Tenía un escote en la espalda del los mil demonios y era muy corto para esa época, muchísimo más arriba de la rodilla, era bien juvenil y vanguardista, hoy ya se lo querrían las pingüinas. Yo estudiaba en un colegio de monjas y lo único que quería era manifestarme en ese día tan importante, ya que hasta en la ceremonia en el colegio me reprimieron ¡Horrible!

Me teñí unos mechones de pelo azul y me hice un peinado ¡súper loco! Mi mamá no estaba muy de acuerdo con tanta excentricidad pero me conocía y sabía que nadie me haría cambiar de opinión.

Finalmente, llegó el momento y montada de unos tacos del horror, con un sobre (cartera) en la mano y tomada del brazo de mi guapo novio de esa época entré al salón de eventos, era una niña pero me sentía toda una socialité ¡Qué locura! ¿Por qué uno pensará tantas estupideces a veces?

El asunto es que cuando reaccioné de mi cuento de hadas comencé a observar a mis compañeras, porque nosotras sabemos que el vestido de graduación es importante. Es imposible no pelar a las demás. El asunto es que dos chicas llevaban el mismo traje ¡pobrecitas! Y otras estaban disfrazadas de viejas, con vestidos como de señoras ultra opacos, largos y sin estilo, esas si que me dieron pena.

Puede que el tema del dinero influya en la elección de tu traje, pero es una ocasión especial, por último ponte un poco de rubor.

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Finalmente, las horas pasaron los vodka con juguito y granadina se subieron a la cabeza y todas bailábamos como locas. Algunas a pies pelados, ya nadie soportaba los tacos y otras más precavidas como yo con mis Adidas superstar feliz de la vida sin ensuciarme los pies.

*Este post va dedicado a mi prima Javiera que se gradúa pronto, le deseo lo mejor y mi único consejo es que disfrutes mucho este momento que es el más bello y relajado. Luego se vienen las responsabilidades y dolores de cabeza. Buena suerte y felicitaciones.

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