Si tu hijo no logra dormir tranquilamente toda la noche por algunas situaciones que le provocan estrés y terminan con gritos y llantos puede estar sufriendo de terrores nocturnos.
Esta situación es más habitual en niños entre los 6 meses y 2 años y al contrario de las pesadillas, ocurren durante la fase del sueño profundo del niño.
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Explica la psicóloga infantil Valentina Zárraga que «cuando el terror nocturno se presenta el niño este puede estar sentado en la cama, puede gritar, llorar, incluso con los ojos abiertos; sin embargo, sigue durmiendo y durante estos episodios no puede ver, escuchar o entender lo que sucede a su alrededor, de hecho, al próximo día no recuerda lo que ocurrió, a diferencia de las pesadillas que sí pueden rememorarse posteriormente».
Los terrores nocturnos son de 2 a 3 horas luego que el infante se ha dormido, cuando el organismo pasa de un estado de sueño al otro, este cambio tiende a ser sutil, sin embargo, en algunos niños se manifiesta de manera violenta, causando la aparición de los terrores nocturnos.
Cómo ayudar a tu hijo durante los terrores nocturnos
Aunque la primera reacción que quieras hacer es despertarlo, no debes hacerlo, pues el niño podría sentirse desorientado y confundido, además que podría experimentar temor al observar y escuchar por parte de sus padres, o de otra persona que lo haya despertado, lo que acaba de suceder, trayendo como consecuencia una significativa dificultad para volver a dormir.
La psicóloga presenta 4 alternativas para prevenir los terrores nocturnos en la infancia:
1 Establecer una hora precisa para ir a dormir.
2 Establecer una rutina relajante antes de ir a la cama, por ejemplo tomar un baño, escuchar música relajante, leer un cuento, entre otros, según los gustos del pequeño.
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3 Evitar que el niño esté expuesto a situaciones estresantes antes de dormir, esto incluye discusiones entre familiares, programas de televisión o juegos electrónicos que inciten a la violencia, etc.
Es importante asegurarse que el niño tenga suficientes horas de sueño y descanso, así como, energía para continuar el siguiente día con las actividades cotidianas.