
Cuando era chica, quería ser pintora y profesora. Mi sobrina quería ser veterinaria, pero en su adolescencia temprana ahora dice no saber. Mi compañera quería ser psicóloga para ayudar a la gente y la mayoría de mis compañeros de colegio querían ser futbolistas. Pasé por una etapa donde Laura Ingals – no mi profe del colegio- me inspiró a buscar la docencia. Doctor es una de las profesiones más requeridas por los infantes, junto con cantante. Sólo una aquí quería ser periodista.
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Y es que los niños tienen mucha imaginación; una vez supe de uno que quería ser verdugo sin saber que eso significaba matar gente, y otro que quería ser perro guardián, sin saber que para eso, tendría que haber nacido perro. Profesora de patinaje, guionista de comics, superhéroe, o héroe (como Batman, quien recordemos no tiene súper poderes), bombero (aunque no reciben sueldo), bailarina de ballet, mamá, como Susanita, médium, astronauta, o, como un primo chico “alcanzar las galletas que están en el estante de arriba”.
Los niños dicen querer tal o cual profesión dependiendo de los roles que hayan visto en su entorno; muchos quieren hacer lo mismo que sus padres, o lo que sus ídolos, o incluso las cosas que les gusta hacer se transforman en sus profesiones ideales. Muchos niños en situación de riesgo, también quieren ser como sus padres, aunque estos sean delincuentes, o terroristas suicidas. Las cosas que ven o que les enseñamos y las experiencias que han vivido pueden influir mucho en sus ideas de profesiones u oficios.
Así que como mi papá me leía todas las noches un cuento y se encalillaba para comprarme libros, me transformé en una lectora voraz, y poco a poco quise también escribir; ya me había dado cuenta que tenía cero talento para la pintura o el dibujo o cualquier actividad de motricidad fina que involucrara distribución espacial. Deascarté ingeniería comercial que se me ocurrió en una etapa matutera, y luego pensé que si nadie sabía japonés saberlo podía ayudarme aunque la carrera durara cuatro años, y después decidí que pedagogía en inglés no era compatible con mi impaciencia y mi intolerancia a la flojera ajena y porque me rehusaba terminantemente a ser algún día la vieja de inglés.
Después de todas las vueltas que algún día todos nos dimos, me di cuenta que lo mío era escribir o al menos aprender cómo, por qué, para qué y en relación a qué escribían otros. Si me preguntan qué leí les diré que carretié en largos carretes con Homero, no el de los Simpson sino el griego, con La Ilíada, La Odisea, La Eneida y los filósofos clásicos. Me puse picarona mientras me reía de la novela picaresca y lloraba al mismo tiempo porque me daba cuenta que el que le robaba el vino al jefe lo hacía no más por que tenía hambre. Analicé y escudriñé hasta que por fin entendí Hijo de Ladrón y me enamoré de Martín Rivas que jamás fue como la teleserie. Escuché las volteretas de ultratumba de los escritores que eran llamados de cuentos infantiles porque lo que hacían ellos no era entretener a los niños sino protestar por monarquías descriteriadas y burguesías insensibles. Me empiné muy alto y miré al lado de la cordillera y aunque nunca he estado en Buenos Aires, siento que ya lo conozco porque El Aleph me hizo ver todos los lugares del mundo.
Nadé, me atoré y me enternecí dejando incluso de lado el mundo que avanzaba rápido y yo no me daba cuenta porque de tanto leer libros no tomé más un diario o una revista, y de tanto leer y comparar me puse a escribir los ensayos, papers, documentos, mesas redondas, cuentos, poemas, poesías, elegías y programas, y guiones y entrevistas y fue que Marcelo Simonetti (No Pablo), Alejandra Costamagna y Floridor Pérez a admirar por sobre todo a la goma de borrar . Tropecé con guiones de tele y radio y aunque más bien lo pasé arrastrando, llegué a la trinchera de la escritura, la de mi tesis y la de un trabajo un tanto sonso pero que me dejó lecturas que me habían quitado los libros y que me llevó a la conclusión de que en fin, parece que ya estoy grande, y que mi amor por las letras me han arrojado aquí y me sabrán arrojar donde… bueno, qué se yo dónde.
Y tú, ¿Qué querías ser cuando grande?