¿Te imaginas que casi la mitad de las personas en Ecuador ya juega videojuegos de manera regular? Pues no es imaginación: un reciente estudio llamado Banca Gamer, realizado por Zerebralab, revela que 42 de cada 100 de personas alrededor del mundo son gamers.
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En Ecuador, con una población estimada en 16,9 millones de habitantes según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), y aplicando la relación global, alrededor de siete millones de ecuatorianos estarían sumergidos en este universo digital, ya sea jugando en celulares, computadoras o consolas.

Más que ocio: el impacto económico del “gaming”
El gaming dejó de ser solo un pasatiempo, ya que ahora tiene peso propio en la economía ecuatoriana. Desde 2020, los servicios digitales vinculados con videojuegos han generado USD 329 millones en transacciones y aproximadamente USD 39 millones en impuestos al Estado.
Para la banca, este grupo juega fuerte y no solo en entretenimiento, sino en consumo, hábitos digitales y potencial financiero. Banco del Pacífico, por ejemplo, ya está diseñando productos y servicios específicos para gamers.
¿Quiénes son los gamers ecuatorianos?
La diversidad es la norma: edades desde jóvenes hasta adultos, distintos niveles económicos, géneros variados, diferencias de plataforma. Muchos juegan en el smartphone porque es lo más accesible, otros prefieren consolas o PC.
Aunque algunos no se identifican con la palabra “gamer” por prejuicios (“es solo para quien juega mucho”, “no produce nada”), los datos muestran que el gaming ya forma parte de la cultura popular, de la economía naranja y de la innovación digital del país.

Retos y grandes oportunidades
El camino también tiene obstáculos, por ejemplo, la conectividad no es uniforme, el acceso a dispositivos de calidad puede ser limitado en zonas rurales o con menor ingreso, y aún persiste el estigma de que jugar es “perder el tiempo”. Pero esos mismos retos implican espacio para crecer, innovar y emprender.

Las oportunidades están claras: el mercado de eSports, streaming, creación de contenido, comercio digital relacionado con el gaming, e incluso desarrollo local de videojuegos. Además, la banca ya percibe al gamer como un cliente con demandas específicas —transacciones digitales, financiamiento de equipos, suscripciones, etc.— lo que abre la puerta a productos financieros adaptados.