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Las cinco maneras de reconocer un buen vino

El vino debe cumplir una serie de patrones para determinar si es bueno o no

Estar en una cena y reconocer que se coloca un buen vino en la mesa para muchos es cosa de profesionales. Pero podría ser más sencillo de lo que se pueden imaginar.

Para nada la idea es sacar de contexto que las personas encargadas de probar los vinos y determinar su calidad, sabores, matices y sensaciones son los catadores.

Pero por encima de los elementos técnicos que debe tener un catador de vinos, todo tenemos el paladar para escoger un buen vino, así tengas entre todos opiniones diferentes.

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Los expertos aseguran que un buen vino es, por encima de todo, un vino que nos gusta a nosotros, aunque el mejor experto del planeta diga lo contrario, reseñó Vinetur.

Si un vino nos desagrada totalmente nadie podrá decir lo contrario, aunque reciba la mayor puntuación en la mejor guía de vinos del mundo.

Más allá de esto, la calidad de un vino depende de una serie de patrones que responden hasta qué punto cumplen una serie de condiciones establecidas y que la mayoría de paladares de los consumidores consideran positivas.

Según la revista Vinetur, estos son los cinco patrones de calidad para reconocer un buen vino:

Equilibrio.

Es la relación entre cuatro elementos esenciales del vino: el dulzor, la acidez, el tanino y el alcohol.

Un vino es equilibrado cuando ninguno de ellos predomina sobre otro, es decir nada resalta al probarlo, ni un tanino agresivo, ni un dulzor inadecuado, ni una acidez exagerada, ni un excesivo predominio alcohólico.

Para saber si algún elemento desentona, lo ideal es acompañar el vino con comida.

En el vino se produce un juego de fuerza: el tanino y la acidez son elementos endurecedores, hacen que el vino resulte más duro en la boca, mientras que el alcohol y el azúcar son elementos suavizadores.

El equilibrio en todos esos elementos, te dan un indicador clave de su calidad.

Longitud

Un vino de buena longitud, o largo, es el que imprime todo su sabor en la lengua y cavidad bucal, es intenso, y su sabor perdura después de haberlo tragado.

Un vino corto es aquel que produce una gran impresión al comienzo pero rápidamente pierde intensidad.

Profundidad

Decimos que un vino tiene profundidad cuando no es plano en boca y unidimensional en el paladar sino que, en cambio, parece tener capas de sabor. Un vino plano nunca podrá ser un gran vino.

Un vino plano representa, gráficamente, al vino que “no sabe a nada”, que nos recuerda más a beber agua que a beber vino. Si el equilibrio es la relación entre los elementos principales del vino, la profundidad es su presencia.

Complejidad

Nada tiene de malo un vino correcto, simple y directo. Pero un vino que tiempo después sigue revelándonos cosas diferentes sobre sí mismo será mucho más interesante.

Un vino complejo sigue descubriéndonos siempre una nueva impresión o un nuevo sabor a cada trago, y estos vinos se consideran de mejor calidad.

Carácter

Un vino con carácter es aquel, que al igual que las personas, refleja una característica personal, normalmente procedente del terruño.

Un vino con carácter refleja su marcada tipicidad por sus variedades de uvas, por sus regiones, por sus aromas, por su mineralidad.

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