A finales de febrero de 2019, Netflix de Argentina incorporaba a su lista la película La misma sangre, dirigida por Miguel Cohan.
La historia, se le ocurrió al cineasta junto a Walter Ripper y a su hermana, Ana Cohan, con quien escribió el guion.
Cohan, que había dirigido otros thrillers como Sin retorno o Betibú (basado en la novela de Claudia Piñeiro, retrata a un matrimonio y a la familia de su esposa, cuya madre aparece muerta, aparentemente por un accidente doméstico.
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La historia, se centra en la mirada de Santiago (Diego Velázquez), quien interpreta al esposo de Carla (Fonzi), que descubre pistas que podrían involucrar a su suegro.
La misma sangre, es un thriller ambicioso, pero no llega a funcionar. El ritmo no fluye, los diálogos son forzados, falta profundidad en los personajes y es muy predecible.
No obstante, se salva por las actuaciones y por la historia en general que de por sí es buena, pero no está contada con todo su potencial.
El director parece querer tratar temas como lo que ocurre detrás de las paredes de un matrimonio aparentemente feliz, en el sentimiento de culpa, en el arraigo familiar, en los celos, pero es como si pusiese la mitad de los ingredientes de un cocktail y lo dejase así, sin más.
La misma sangre no es una película excelsa, pero tampoco un bodrio, su mayor defecto es la pretensión de abarcar todos esos sentimientos y no conseguirlos.
Sin embargo, consigue un objetivo muy importante, que es entretener, aunque luego sea olvidable, sí es un producto para consumir y pasar una tarde de domingo.