A partir del 2015 comenzó un movimiento masivo de argentinos hacia México.
El Observatorio de Migración Internacional mostraba en 2015 a 14747 argentinos radicados, un 1,5 de la población.
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Según la ONU, en 2019 se registraron 15918 argentinos en el país, lo que los posiciona en la sexta comunidad migratoria en el país.
Uno de los destinos más solicitados es Playa del Carmen.
Todos habían oído hablar de la «Tierra Prometida», poblada de las playas de agua templada azul turquesa transparente, de los cenotes que eran sinónimo de la naturaleza más salvaje y de la cantidad de trabajo que ofrecía una ciudad tan pequeña.
Algo importante es que es cierto que las multas por tener a un empleado ilegal son muy severas, pero es común que se haga la vista gorda y se pueda trabajar sin papeles.
La tonada cordobesa es una de las que más se escucha en la Quinta Avenida, el corazón de la ciudad.
Lucía Gil (Luchi), Pamela Arnedo y Daniel Pereyra, son tres cordobeses que se animaron a viajar.
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«La idea comenzó por mi cabeza. Y creo que como a la mayoría de las personas, en algún momento de tu vida te pica ese bichito de querer salir a viajar. Yo venía con esa idea hacía mucho tiempo atrás. Había estado trabajando en una ONG que hace intercambios (AIESEC) y desde entonces fue que no pude dejar de pensar en cómo concretar ese sueño», describe Pamela.
Pamela lo habló con sus dos amigos, que rápidamente se sumaron a la iniciativa.
«Yo le dije a Pam: bueno vamos, la semana que viene, ¿el martes podés juntarte? Nos juntamos y empezamos a organizar el viaje. Así se comenzó a darle forma a la idea para que terminase siendo un hecho», recuerda Luchi.
Daniel, diseñador gráfico y estilista, cuenta que originalmente pensaba irse a España pero ese plan «pinchó».
Y fue cuando los tres se decidieron y compraron el vuelo.
A la hora de conseguir trabajo, Gil, Licenciada en Cine y Televisión en la Universidad de Córdoba al igual que Arnedo, pretendía trabajar en su reel de fotografía cinematográfica.
La idea de Luchi era trabajar de algo relacionado con su carrera, así que editó los primeros días y también se dedicó a «disfrutar».
Los tres se hospedaron en un hostal, Guacamundo, ubicado en el centro de la ciudad.
Allí, Luchi trabó amistad con Renato, «un chilango que trabajaba allí «y al mes le ofreció una oferta laboral en el hostal».
De esta forma, Luchi trabajó como representante de recursos humanos, cuyo objetivo era hacer que los huéspedes se sintiesen lo más cómodos posibles durante su hospedaje.
«Eso me dio aún más amigos que hoy día sigo manteniendo», sostiene Gil.
En el caso de Pamela, fue distinto.
«Yo vine con muy poco dinero la verdad, y estaba como ansiosa por encontrar seguridad económica pero también fui consciente de que debía disfrutar un poco de ese cambio y de sentir y adaptarme a mi nuevo hogar», formula.
Daniel, diseñador gráfico y estilista, trabajaba con su computadora como freelance.
No obstante, en sus últimos meses en Playa estuvo trabajando en unos puestos de la Quinta Avenida para generar ingresos extras.
«No duré demasiado», confiesa, riéndose.

A los tres les llamó la atención la cantidad de cordobeses y otros argentinos que residían allí, muchos formando grupos entre ellos.
«Lo que sí sé es que somos una cultura con mucho sentido de la amistad, nos sale solo unirnos en un lugar extranjero, es como que hablamos el mismo idioma y lo digo metafóricamente, nos comunicamos de la misma forma, con la misma picardía que nos identifica», detalla Gil.
Por su parte, Pamela y Daniel coinciden en que al principio les «molestó» la cantidad de compatriotas porque tenían ganas de interactuar con otras culturas.
Sin embargo, exponen que entendieron «esa conexión» con su país y están de acuerdo con Luchi en que ese es un rasgo que forma parte de su idiosincrasia.
«Creo que eso es muy del argentino. Es algo cultural. Andar de secta le digo yo. Porque andamos todos juntitos. El argentino es muy de salir al mundo y arreglárselas como sea. Somos muy patriotas también: el asadito, el fernecito, la juntadita. Nos encanta», asevera Arnedo.
Pereyra, asegura que es por la simpatía del argentino.
«Nos gusta la fiesta y compartir una rica comida. Cualquier excusa es buena para compartir un lindo momento con amigos», expresa.
Después de seis meses, los tres decidieron viajar a España junto a otras dos amigas que habían conocido en el rincón caribeño.
Al cabo de un mes, Luchi y Pamela regresaron a Playa del Carmen.
Daniel viajó durante un tiempo por Europa para reunirse no mucho después con sus amigas.
Finalmente Pereyra regresó en unos meses a Córdoba para continuar su otra carrera de estilista.
«Estando en Roma, en mi última etapa del viaje por Europa, decidí comprar mi ticket de avión a Playa otra vez, porque extrañaba a las chicas, a mis amigos de Playa y ¡la playa! Luego regresé a Argentina porque sentí que era momento de hacerlo. Regresé para estudiar mi carrera de «estilista» y volver a conectar con muchas cosas que tienen que ver con mis raíces», explica.
Daniel ha creado en Córdoba un negocio de emprendimiento con productos de belleza y pasa la cuarentena en su casa.
Pamela y Luchi continúan en Playa del Carmen, pero tienen planes diferentes. Las dos cumplen el confinamiento en el departamento que comparten.
Arnedo ahorra dinero para trasladarse a Australia cuando acabe la pandemia.
«Siempre vi Playa como un lugar de paso no para quedarme acá mucho tiempo (aunque ya llevo uno largo). La verdad que salir de mi país y quedarme solo en un lugar, no lo veo. Siento que quiero seguir moviéndome. Claro que la vida te va dando nuevas oportunidades para crear nuevos planes, como el mío hacia a Australia», expone.
Gil, por el momento pretende continuar allá.Incluso ha adoptado a una cachorra, Alma.
«Qué tiene este lugar…no sé, hace que me sienta como en casa», precisa.
Aún así, la cordobesa dice que se deja llevar por la intuición y que «hoy es acá» y en otros años no sabe.
Luchi estaba en proceso de obtener la residencia legal en México, pero debido a la pandemia, «el proceso está un poco más lento».
Cecilia Acevedo
Cecilia Acevedo es otra cordobesa que también probó suerte en playa en 2018.
Procedente de Sacanta, un pueblo de 3000 habitantes, Acevedo llegó a playa del Carmen donde se encontraba una amiga a pasar una semana.
«La idea nació porque una de mis mejores amigas estaba viviendo allá y yo estaba atravesando un momento particular y necesitaba emociones fuertes. En ese año 2018 si viajaban los cordobeses, ¡de hecho en playa me encontré a muchísimos!»declara.
Este viaje significaba para Cecilia la primera vez que tomaba un avión.
Acevedo describe «la emoción» que sentía esperando a ver las famosas playas paradiasíacas.
En su primera noche, durmió con su amiga y se levantaron para ver el amanecer.
«Fue la sensación más maravillosa», narra.
La amiga de Acevedo vivía en Ciudad de México y la invitó a irse con ella pero la cordobesa aguantó solo una semana «por el frío» y regresó a playa del Carmen.
Cecilia, trabajaba en Córdoba como modelo y promotora y decidió trasladarse a Playa.

Ahí comenzó a trabajar en promociones, presencias y de edecán, lo que le permitió recorrer otros lugares.
Pero no es oro todo lo que reluce y a la cordobesa no le pasó desapercibido el lado oscuro del paraíso.
«Es un lugar en donde la estética y la belleza son muy sobrevaluadas. La imagen para ellos es un negocio, mostrar personas bellas promocionando lugares bellos es la forma de tienen los mexicanos de vender, o al menos así lo ven ellos», reflexiona.
La modelo dice que aprendió «muchísimas cosas» como «tener cuidado con las personas,no ser tan confiada» y prestar atención a lo que consumía durante la noche porque «la droga es la moneda corriente».
A nivel positivo se queda con «la vida libre» y vestir como quería porque allí «nadie te juzga».
Acevedo pasó cuarenta y cinco días en total en México.
Después, regresó Córdoba capital, donde actualmente cumple la cuarentena y espera que acabe el confinamiento para emprender nuevos caminos.
¿Qué tiene playa del Carmen?
Luchi ya mencionó que la siente «como su casa».
A Pamela le «volaron los sesos los paisajes hermosos, la gente, la cultura».
Cecilia concuerda su opinión con la de Pamela y piensa que es su mar, límpido y sosegado y su estilo de vida.
«Playa tiene alegría, verano eterno, cercanía con el mar», describe Daniel.
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