El milagro de Ermando Piveta, de 99 años, brillaba ante los ojos del personal médico del Hospital de Fuerzas Armadas de Brasilia, donde fue tratado de coronavirus y, todos maravillados se detuvieron a aplaudirlo, de pie, ofrendando sus mejores vítores a un gran vencedor.
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El gran guerrero de casi un siglo de vida, es un veterano que nació y reside en Brasil, país de más de 210 millones de habitantes, que hasta el lunes llevaba 1.500 muertos y 25.000 contagiados, siendo así la nación más golpeada por el temible virus en América Latina.
Según lo reseña en diario Reforma, sus compañeros de la milicia se prepararon también para ir hasta el hospital a hacerle honores, sonaron la trompeta castrense el 14 de abril, día de su salida triunfal, a bordo de una silla de ruedas, empujada por un enfermero que al igual que él, ocultaban sus sonrisas tras el tapabocas.
Milagro anterior
El segundo teniente, Ermando Piveta, ya hace años había conocido lo que era rozar la muerte y salvarse. Es un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, donde pudo ver montañas de cadáveres y pensar que uno pudo ser él.
Y apesar de ello,su sobrevivencia nunca fue noticia. Es ahora, tras permanecer ocho días internado, que tuvo su día de gloria.
No es para menos. En la Segunda Guerra Mundial se presume un aproximado de 60 millones de caídos en casi seis años de batalla.
La cifra de fallecidos en la guerra silenciosa del coronavirus, galopa por encima de los 2 millones de personas en apenas un trimestre, y la mayoría son ancianos. ¿A cuántos llegaremos en un año?
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El militar es parte del grupo de mayores de 65 años, que según la Organización Mundial de la Salud, considera como «población de alto riesgo», porque tienen una salud más frágil, y por lo general, padecen enfermedades preexistentes.

A ello se suma la tenaz realidad que ha generado la pandemia en los países con más contagios, donde los abuelos son abandonados en sus casas, refugios y hospitales.
Hoy más que nunca Ermando Piveta es un ex combatiente. Sin duda. La prensa lo sabe. Por eso lo periodistas también se congregaron a la salida del segundo teniente del hospital.
Centelleos de flashes de cámara en el aire, vítores, fanfarria de trompeta y, tras los micrófonos el abuelo vencedor dio una palabras:
«Para mi fue una lucha tremenda, más que en la guerra. En la guerra tú matas o vives, aquí tienes que luchar para vivir. Y yo salí vencedor de esta batalla».
Piveta, portando con orgullo su gorro verde oliva, levantó los brazos en señal de victoria frente a periodistas, antes de subirse al vehículo que lo llevaría a su hogar.
«Recibió el alta el mismo día en que se conmemoran 75 años de la Toma de Montese, exitosa campaña de las tropas brasileñas en Italia durante la Segunda Guerra», reseñó el Ejército en su nota de prensa.
En 1942, Piveta fue uno de los integrantes del Cuarto Regimiento de Artillería Montada de Brasil que viajó en el navío Almirante Alexandrino hasta Dakar, en Senegal, para participar en ejercicios bélicos.
Brasil se mantuvo neutral al inicio de la Segunda Guerra Mundial, pero acabó alineándose con los aliados y declarando la guerra al Eje formado por la Alemania nazi y la Italia fascista.
Actualmente Brasil también se suma a una guerra mundial, esta vez con un enemigo tan invisible y silente como voraz.
Por tanto, Ermando Piveta es un héroe aplaudido por héroes, los de uniforme médico. Todos aplaudieron y se aplaudieron. Al final todos se coronaron con la misma victoria: La vida.