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Estar “siempre ocupados”, el gran mal de esta época que debemos evitar

Estamos tan preocupados por tantas cosas que olvidamos vivir

Vivimos un momento en el que todo el tiempo estamos ocupados. Siempre tenemos un millón de cosas que hacer entre pendientes, compromisos sociales y responsabilidades. Las grandes distancias, los embotellamientos y el estrés de todos los días, provocan que carguemos demasiado peso sobre nuestros hombros y nos olvidemos de vivir.

A veces el único alivio está en convencerte que eventualmente las cosas se calmarán dentro de una semana o «para el próximo mes». ¿Realmente es así? No. El estrés sigue y los pendientes seguirán cayendo. Cada vez nos damos menos oportunidades de respirar y relajarnos. Vivimos esperando a que ese descanso llegue y eso nos enloquece.

 

Hay una verdad brutal que muchas veces nos negamos a aceptar: no tenemos el control de todo. La vida es demasiado corta para estar estresada por todo aquello que hicimos o no hicimos. A veces terminamos el día pensando una y otra vez sobre aquello que nos hubiera gustado y no hicimos. Planeamos dejarlo para después y nos imaginamos un sin fin de fatalidades en torno a ello. Gastamos energía dandole espacio a cosas que no deberían estar en nuestra cabeza y al final no sirve de nada.

Los altos niveles de estrés pueden causar todo tipo de problemas de salud. A pesar de que desea poner trabajo extra en su carrera y en sus relaciones y amistades, no quiere exagerar. No querrás terminar dañándote mientras intentas crear una vida fuerte y próspera para ti.

Es momento de aprender a aplicar lo que los italianos llaman la dolce far niente o «el arte de hacer nada» . A veces no es necesario hacer nada: limpiar tu horario para el día, sentarte en un parque, ver gente pasar, mirar las estrellas, salir a caminar o comer eso que te hace feliz. Necesitamos despegarnos del celular, apagar las notificaciones del trabajo una vez que estamos fuera, aprender a decir «no» a esa fiesta a la que no queremos ir; pasar tiempo a solas, quedarnos en casa en vez de salir al tráfico o al bullicio de la ciudad.

En un mundo que se siente tan cómodo con el ritmo rápido, con agarrar todo lo que podemos, con obtener lo siguiente, y el siguiente después de eso, no hacer nada parece estar quieto. Se siente como estar estancado.

Parece que vamos a perder algo, como que no vamos a llegar tan lejos como nuestra competencia si nos detenemos, incluso por un segundo. No hacer nada le permite a su mente aclararse y re enfocarse. Permite que tu espíritu ocupado descanse, rejuvenezca. Da la bienvenida y permite que fluya la creatividad. Te da espacio para reflexionar sobre todo lo que has logrado y te da un descanso muy necesario antes de comenzar la motivación nuevamente.

No podemos seguir alimentando la «falta de tiempo» ni en cuestiones de trabajo, pareja, familia o amor propio. Hay momento para todo, no dejes que el estrés y las preocupaciones se apoderen de ti y controlen tu tiempo.

 

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