Las personas altamente sensibles suelen ser señaladas por quienes consideran que exageran con sus emociones y que deben aprender a controlarse.
Ser altamente sensible es más que «llorar por todo» o «enojarse fácil». Es absorber el estado de ánimo de los demás como una esponja, y sentirlas al máximo como si fuesen tuyas. Sí, una persona altamente sensible explota fácil y rápido pero no es tan fácil tomar control de las emociones y canalizarlas como todos creen. Es como pedirle a alguien con ansiedad que se calme o a alguien con depresión que sonría y piense «cosas bonitas».
La sensibilidad alta te lleva a verte como una persona nerviosa, irritable, negativa o exagerada. Como resultado, muchos la toman como una debilidad o un defecto y esto hace que se convierta en una batalla con uno mismo por ocultar y no sentir.
Pero las personas altamente sensible son naturalmente creativos pues están dotadas de un alto nivel de intuición y empatía que les permite ver el mundo desde una nueva perspectiva. Su profunda compasión y conciencia los impulsa a querer ayudar a los demás y cambiar el mundo. Así lo que parece una maldición, en realidad es una bendición. No es cuestión de control sino de comprensión.
Así que si eres una persona altamente sensible y alguien te dice que estás exagerando, hazle ver que es tu esencia y merece ser respetada. No dejes que nadie te diga cómo ser o cómo tomar las cosas; no pierdas la noción de quién eres por «quedar bien» con otros. Reprimir tus emociones sólo te llevará a la frustración; seguirás absorbiendo todo y eventualmente explotarás en llanto o en furia.
Ser altamente sensible hace que la interacción humana sea algo difícil después de todo, es complicado no sentir demasiado ni tomarse las cosas tan a pecho.
Nadie debe juzagar las emociones del otro. Nadie posee la capacidad de ver lo que ocurre al interior de otra persona, no podemos subestimar su dolor ni creer que responderá como uno lo haría. Hay corazones que son más frágiles que otros y mentes más susceptibles que otras. No es debilidad, sólo es nuestra condición mortal la que nos hace actuar y reaccionar de diferentes maneras ante el dolor.