Para Rebecca Saxe, profesora de neurociencia cognitiva del Massachusetts Institute of Technology (MIT), quería comprobar la actividad cerebral que desencadena el vínculo entre una madre e hijo. Para ello estuvo meses trabajando, hasta un día lo logró: en una resonancia magnética retrató el amor más puro que pueda existir.
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La científica cuenta que realizaron varias pruebas para obtener esta maravillosa imagen, donde se ve la reacción química que desencadena el beso que Rebecca le daba a su hijo, de dos meses. En abril de 2015, finalmente la resonancia magnética devolvió una instantánea única en su género.
Científica y madre
“Nadie, que yo conozca, ha producido nunca una imagen de madre e hijo gracias la resonancia magnética. La hicimos porque queríamos verla. A algunos esta foto les molesta, porque muestra nuestra fragilidad como seres humanos”, afirma Saxe.
Considera que “madre e hijo son un símbolo poderoso de amor e inocencia, belleza y fertilidad”. Y aunque la maternidad es venerada, también es contrastada por otros valores, como investigación e intelecto, progreso y poder.
“Pero yo soy una neurocientífica y he trabajado para crear esta imagen; soy también la mamá protagonista de la instantánea, aplastada dentro de aquel tubo con mi hijo”, responde a sus detractores.
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Reacción química
En su laboratorio en el MIT, Rebeca Saxe analiza el cerebro de los niños a través de resonancias magnéticas, que les permiten observar el flujo de sangre. “Les leemos cuentos y observamos cómo la actividad cerebral cambia mientras reacciona a la trama”, explicó en una entrevista en el Smithsonian.
En la imagen junto a su hijo se ve la reacción química que ocurre en el cerebro de ambos por el beso que comparte. Besar provoca la liberación de la hormona oxitocina, que despierta sentimientos de afecto y apego.
Además besar activa el sistema de recompensas del cerebro: libera dopamina que nos hace sentir bien; serotonina que regula el estado de ánimo y vasopresina que une a las madres con sus bebés y sus parejas.