Durante mucho tiempo se ha hablado de la enorme soledad contemporánea: de muchos que viven aislados y jamás conocen a sus vecinos. Incluso hay gadgets como Gatebox (al estilo de “Her”, la película protagonizada por Joaquin Phoenix) que cada vez más reemplazan esa necesidad de contacto humano. Asimismo, historias terroríficas de ancianos japoneses muriendo solos y que encuentran días después en sus apartamentos. Distopias que son complementadas con cifras: 3 de 4 estadounidenses se siente solo, según un estudio hecho por la UCLA este año. En varios países, donde se han abordado temas como la salud mental, hay campañas para terminar con esta condición.
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Pero por otro lado está la economía: para las generaciones sucedáneas, con su precariedad laboral, será una fantasía jubilarse y en varios países, la burbuja inmobiliaria está por los cielos. Es por eso que, pensando en ello, se han creado nuevas formas de vivir: está el cohousing, un método en el que varios amigos comparten una casa para jubilarse juntos. Pero esto es transgeneracional: no solo las personas están pensando en vivir juntas para compartir su vejez. Ya hay comunidades intencionales, muy bien organizadas, que están abogando por sistemas de vida más sostenibles, tanto en grandes capitales como Nueva York, como en lugares que no están en grandes cascos urbanos, donde se hacen comidas comunales, se comparten espacios y también gastos.
Durante mucho tiempo se ha hablado de la enorme soledad contemporánea: de muchos que viven aislados y jamás conocen a sus vecinos. Incluso hay gadgets como Gatebox (al estilo de “Her”, la película protagonizada por Joaquin Phoenix) que cada vez más reemplazan esa necesidad de contacto humano. Asimismo, historias terroríficas de ancianos japoneses muriendo solos y que encuentran días después en sus apartamentos. Distopias que son complementadas con cifras: 3 de 4 estadounidenses se siente solo, según un estudio hecho por la UCLA este año. En varios países, donde se han abordado temas como la salud mental, hay campañas para terminar con esta condición. View this post on Instagram A post shared by libbyvanderploeg (@libbyvanderploeg) Pero por otro lado está la economía: para las generaciones sucedáneas, con su precariedad laboral, será una fantasía jubilarse y en varios países, la burbuja inmobiliaria está por los cielos. Es por eso que, pensando en ello, se han creado nuevas formas de vivir: está el cohousing, un método en el que varios amigos comparten una casa para jubilarse juntos. Pero esto es transgeneracional: no solo las personas están pensando en vivir juntas para compartir su vejez. Ya hay comunidades intencionales, muy bien organizadas, que están abogando por sistemas de vida más sostenibles, tanto en grandes capitales como Nueva York, como en lugares que no están en grandes cascos urbanos, donde se hacen comidas comunales, se comparten espacios y también gastos. “La flexibilidad laboral ha hecho que busquemos espacios de trabajo distintos a los tradicionales y además en este momento está muy organizado: se unen personas con intereses en común o que trabajan en industrias afines y por eso es que viven juntas y se juntan para costear los gastos” De hecho, ya hay lugares organizados como The Fellowship for Intentional Communities que está enfocado en Estados Unidos y Canadá y que aboga por menos consumo, más cooperación, más relación entre las personas y formación de comunidades. Hay varias comunidades así, en formas de granjas y otros modelos de vida que abogan por este estilo de vida comunitario en todos los lugares del mundo. De hecho la idea no es nueva (ya existían por ejemplo los kibbutz israelitas) y en los años 70 el cohousing ya era una idea existente en el norte de Europa, pero debido a los cambios económicos y laborales, así como sociales, la idea se populariza cada vez más.
Todo menos el asilo
El cohousing, si se habla de la vejez y la jubilación, comienza a ser una opción para aquellos que no pueden permitirse un asilo, que es bastante caro y cuyos cupos públicos son bastante reñidos. Tan solo en Estados Unidos, 11 millones de personas mayores de 65 años viven solas. Por eso ya en varios países se está ofreciendo este modelo de vivienda por parte de empresas inmobiliarias, determinado para las necesidades generacionales de cada quien. Eso sí, los cuidados no son los mismos que ofrece una casa residencial y a la persona tiene que gustarle este estilo de vida “no tan privado”. Pero, como ya vemos, muchas cosas están dejando de serlo: el trabajo, las vacaciones y la comida. Entonces, ¿por qué no puede serlo la vejez?
ANÁLISIS
Mariale Pascua, consultor WGSN
Esto es transgeneracional, una de las cosas más interesantes es cómo cambian los espacios. Esto hace que cambie el consumo. Ahora, hablamos de “coliving spaces” y esto lo vemos en nuestro reporte desde junio de 2018: hay una cosa importante y es que se vuelve más económico vivir con compañeros de vivienda en general. Y se vuelve más económico si se necesita vivir cerca al trabajo, o si quieres independizarte. Por eso este uno de los fenómenos más interesantes que se viven ahora en Estados Unidos y los países desarrollados. El 31 por ciento de los adultos en USA estaban compartiendo una vivienda con otras personas con las que no tenían una relación romántica.
Ahí vemos un cambio en los estilos de vida. Hay unos países en los que es ley que, cuando arriendas el apartamento, este debe estar completamente amoblado y esto es conveniente, ya que amoblar es uno de los grandes costos que tiene salirse de la casa. Ahora, los millennials nos caracterizamos por ser una generación de freelancers. La falta de empleos formales ha hecho que no tengamos la misma estabilidad laboral de otras generaciones y este número está en aumento y no tengamos la vida crediticia ideal para un banco que piensa de forma tradicional. Por otro lado, también están las comunidades de adultos mayores. No son hogares para gente mayor son conjuntos, son condominios que tienen de todo.
Asimismo, ve un “boom” que tiene que ver con los beneficios por ejemplo del coworking, esto también se vea en la parte de vivienda. También tiene que ver con una práctica creciente, las “workations” (viajar trabajando), que tiene que ver con los freelance y salió en 2014. Ese reporte hablaba de los millennials y los freelance y podíamos trabajar en donde estuviéramos. Asimismo, la flexibilidad laboral ha hecho que busquemos espacios de trabajo distintos a los tradicionales y además en este momento está muy organizado: se unen personas con intereses en común o que trabajan en industrias afines y por eso es que viven juntas y se juntan para costear los gastos. Otra cosa interesante de esto, además, es el “boom” de la salud mental. Vivir solo en Nueva York, por ejemplo, es complejo para las personas con problemas de salud mental. En estos casos, esto les permite tener un sistema de soporte a nivel local y de nivel hogar.
De hecho, ya hay lugares organizados como The Fellowship for Intentional Communities que está enfocado en Estados Unidos y Canadá y que aboga por menos consumo, más cooperación, más relación entre las personas y formación de comunidades. Hay varias comunidades así, en formas de granjas y otros modelos de vida que abogan por este estilo de vida comunitario en todos los lugares del mundo. De hecho la idea no es nueva (ya existían por ejemplo los kibbutz israelitas) y en los años 70 el cohousing ya era una idea existente en el norte de Europa, pero debido a los cambios económicos y laborales, así como sociales, la idea se populariza cada vez más.
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Todo menos el asilo
El cohousing, si se habla de la vejez y la jubilación, comienza a ser una opción para aquellos que no pueden permitirse un asilo, que es bastante caro y cuyos cupos públicos son bastante reñidos. Tan solo en Estados Unidos, 11 millones de personas mayores de 65 años viven solas. Por eso ya en varios países se está ofreciendo este modelo de vivienda por parte de empresas inmobiliarias, determinado para las necesidades generacionales de cada quien. Eso sí, los cuidados no son los mismos que ofrece una casa residencial y a la persona tiene que gustarle este estilo de vida “no tan privado”. Pero, como ya vemos, muchas cosas están dejando de serlo: el trabajo, las vacaciones y la comida. Entonces, ¿por qué no puede serlo la vejez?
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Mariale Pascua, consultor WGSN
Esto es transgeneracional, una de las cosas más interesantes es cómo cambian los espacios. Esto hace que cambie el consumo. Ahora, hablamos de “coliving spaces” y esto lo vemos en nuestro reporte desde junio de 2018: hay una cosa importante y es que se vuelve más económico vivir con compañeros de vivienda en general. Y se vuelve más económico si se necesita vivir cerca al trabajo, o si quieres independizarte. Por eso este uno de los fenómenos más interesantes que se viven ahora en Estados Unidos y los países desarrollados. El 31 por ciento de los adultos en USA estaban compartiendo una vivienda con otras personas con las que no tenían una relación romántica.
Ahí vemos un cambio en los estilos de vida. Hay unos países en los que es ley que, cuando arriendas el apartamento, este debe estar completamente amoblado y esto es conveniente, ya que amoblar es uno de los grandes costos que tiene salirse de la casa. Ahora, los millennials nos caracterizamos por ser una generación de freelancers. La falta de empleos formales ha hecho que no tengamos la misma estabilidad laboral de otras generaciones y este número está en aumento y no tengamos la vida crediticia ideal para un banco que piensa de forma tradicional. Por otro lado, también están las comunidades de adultos mayores. No son hogares para gente mayor son conjuntos, son condominios que tienen de todo.
Asimismo, ve un “boom” que tiene que ver con los beneficios por ejemplo del coworking, esto también se vea en la parte de vivienda. También tiene que ver con una práctica creciente, las “workations” (viajar trabajando), que tiene que ver con los freelance y salió en 2014. Ese reporte hablaba de los millennials y los freelance y podíamos trabajar en donde estuviéramos. Asimismo, la flexibilidad laboral ha hecho que busquemos espacios de trabajo distintos a los tradicionales y además en este momento está muy organizado: se unen personas con intereses en común o que trabajan en industrias afines y por eso es que viven juntas y se juntan para costear los gastos. Otra cosa interesante de esto, además, es el “boom” de la salud mental. Vivir solo en Nueva York, por ejemplo, es complejo para las personas con problemas de salud mental. En estos casos, esto les permite tener un sistema de soporte a nivel local y de nivel hogar.