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¡Un crimen contra la biodiversidad! Uno de cada tres peces capturados en todo el mundo no llega a consumirse

La sobrepesca sigue siendo la principal amenaza para la biodiversidad marina.

La sobrepesca sigue siendo una de las mayores amenazas para la biodiversidad marina. Uno de cada tres peces capturados en todo el mundo no llega a consumirse, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Las causas son diversas. La mayoría de las pérdidas se deben a la falta de conocimiento o recursos necesarios para mantener el pescado fresco, pero también se devuelve al mar gran cantidad de peces por su reducido tamaño o por ser una especie no deseada, según el informe.

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Sobreexplotación

La sobrexplotación pesquera es, en este sentido, la actividad que genera más alteraciones al ecosistema marino, advirtió recientemente el catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna, Alberto Brito. “Más que la contaminación, que tiene un efecto más limitado en el espacio, la sobrepesca marina causa más daño”, dijo.

“El desperdicio de alimentos en un planeta hambriento es escandaloso”, según lamenta en un comunicado Lasse Gustavsson, directora ejecutiva de Oceana en Europa, una organización internacional dedicada a la conservación de los océanos. La experta considera esta pérdida de alimento “un gran motivo de preocupación para la seguridad alimentaria mundial”.

Otro síntoma de la decadencia de estos ecosistemas marinos es la ausencia de depredadores superiores, es decir, aquellos que se sitúan en lo alto de la cadena alimentaria. “El impacto de las personas es tan tremendo que no encontramos un solo tiburón próximo a los seres humanos”, afirma Camilo Mora, que considera más probable “que te caiga un trueno dos veces en un día soleado que encontrar un tiburón en un arrecife cerca de la población”.

“La sobrepesca de grandes peces afecta el ecosistema oceánico porque altera negativamente en el comportamiento y la fisiología de muchas especies que habitan en los arrecifes coralino”, concluyó a su vez la egresada del Programa de Biología de la Universidad del Valle y actual estudiante del doctorado en Biología Marina de la Universidad James Cook de Australia, María del Mar Palacios.

Los resultados demostraron, por tanto, que la protección de áreas es beneficiosa para la biodiversidad, pero que incluso en zonas no protegidas, el impacto humano altera severamente los ecosistemas marinos.

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