Por Sofía López
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Hace unas semanas agrupaciones promotoras del transporte sustentable y el ciclismo presentamos nuestras propuestas para un Santiago mejor. Sabemos que la bicicleta juega un rol fundamental en la construcción de un Santiago más limpio y justo; sin embargo, es la bicicleta, pero lo es en su relación armónica con la peatonalidad y el transporte público.
En esta interacción con la ciudad y los otros modos de transporte los estacionamientos son un factor clave. Claro, si vamos a comprar o a comer algo, no podemos entrar con la bici, tenemos que dejarla en alguna parte; o si vamos en un viaje un poco largo y preferimos hacer un trayecto en bici para después tomar transporte público, debemos dejarla en algún lado. Por ello, cuando se piensa en una bicicleta necesariamente se debe pensar en estacionamiento.
El que no haya estacionamiento seguramente desincentiva el uso de la bici; si un estacionamiento está mal ubicado u ocupa la mitad de la vereda, obstaculizará el tránsito de los peatones y podría incluso producir accidentes; un cicletero mal diseñado es incómodo y muchas veces tan poco práctico que se terminará ocupando la señalética más cercana.
Hemos avanzado mucho en la promoción del uso de la bicicleta, incentivando a varios para utilizarla a diario como modo de transporte, pero ahora hay que ponerse a trabajar en cosas concretas, la infraestructura y el equipamiento de nuestras ciudades ya no pueden esperar. El crecimiento a una tasa del 20% anual en el número de ciclistas nos exige cambios en la ciudad y la provisión de estacionamientos para las bicis es uno de ellos.
La responsabilidad de un buen cicletero es tarea de todos. Desde el Estado con la fijación de estándares para su diseño y ubicación; así como con requerimientos de número de estacionamiento para vivienda u otros recintos. Desde hace dos años está en vigencia la Ordenanza que establece el número mínimo de estacionamiento de bicicletas en nuevos edificios, hace un par de meses se publicó en el SERVIU el Manual de Diseño de Estacionamiento. El desafío es ahora trabajar a nivel de los barrios y Municipios, para que se pueda dotar al nivel local de los estacionamientos que se necesiten.
También es de las empresas, establecimientos de educación o centros comerciales, aquellos que deciden entre recibir a los ciclistas con los brazos abiertos, que se traduce en un buen cicletero, o aquellas que te responden con un “no, acá no admitimos bicicletas”. Un buen ejemplo es el caso de la empresa Arcadis Chile, quienes además de contar con más de 100 espacios de estacionamiento para sus colaboradores al interior del edificio, también cuentan con un estacionamiento de superficie para quienes visitan el edificio. Pero una cosa interesante es que complementan el tema de equipamiento con la educación en temas de movilidad y seguridad vial a quienes utilizan la bicicleta.
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Finalmente, un buen cicletero depende de nosotros como usuarios, porque podemos aportar desde nuestra experiencia en buenos, malos y feos cicleteros.
También podemos transformarnos en promotores de un lugar de estacionamiento, preguntando siempre en nuestros lugares de destino si existe estacionamiento de bici, consultando el por qué no existe, o conversando sobre cómo sería el mejor lugar o diseño. Un punto clave es nuestra responsabilidad de informarnos para la compra de un candado seguro y sobre la forma en que debemos amarrar nuestra bici.
La bicicleta es un modo rápido y sustentable para movernos en la ciudad, pero ¿qué sacamos con salir en bici si no tenemos dónde dejarla? Debemos seguir trabajando para dotar a Santiago del equipamiento urbano que se necesita para hacerlo más amable con los ciclistas; privados, el estado (al nivel local y nacional), así como los usuarios debemos sentarnos ya a diseñar e implementar!