El festival de música Wanderlust es un evento totalmente opuesto a la idea usual que se tiene de estas reuniones. Aquí se cambia el exceso y desenfreno por conductas y prácticas que buscan beneficiar tanto al individuo como a la comunidad.
Al pensar en un yogui, lo primero que se visualiza es una idea de tranquilidad, austeridad, de una especie de aislamiento voluntario y provechoso; una atmósfera de paz espiritual. Por eso, vincularlos con un festival de música, específicamente de rock, resulta algo bastante extraño. Sin embargo, estos eventos son una realidad.
En este caso se trata de Wanderlust, celebración que se realiza en Squaw Valley, California, donde se mezclan presentaciones de músicos como Ziggy Marley, Ani DiFranco y Spearhead con aquellas actividades propias de los retiros de yoga, aunque a una escala masiva.
El festival Wanderlust, que comenzó hace 42 años en la ciudad de Monterrey como un “experimento sociológico”, se presenta hoy como una especie de movimiento contracultural que se opone a la tendencia de los festivales de música tradicionales y sus prácticas (tanto las evidentes como las implícitas). Wanderlust promueve una convivencia pacífica y comunitaria, sustentable con el medio ambiente y con espacios de relajo y crecimiento personal.
Para Jeff Krasno, uno de los fundadores del festival, el promover condiciones de conducta amigables y conscientes con el resto propicia la generación de valores progresivos: “Mira algo como el reciclaje. Hace unos años se le consideraba poco en eventos en vivo, pero ahora es completamente mainstream”, asegura.
De hecho, una de las cosas que busca Wanderlust es que los asistentes tomen lo que sucede en el festival y lo incorporen a su vida diaria.
“La gente no regresa a casa la mañana de un lunes con una resaca tremenda. Nuestros festivales son los únicos en que las personas se van sintiéndose mejor que cuando llegaron”, complementa Krasno.
Fuente: Los festivales de rock para yoguis y su naturaleza contradictoria (Pijama Surf)