Los 630.000 kilómetros cuadrados de aguas territoriales de Bahamas son desde hace un par de días un verdadero santuario de tiburones, luego de que aprobaran una nueva ley que prohíbe la caza y comercialización de cualquier producto ligado a los tiburones. Con esta medida se busca reducir los cerca de 73 millones de tiburones que año a año mueren cazados para satisfacer la gran demanda que tiene, por ejemplo, su aleta.
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Neil McKinney, presidente de la Fundación Nacional de las Bahamas, “la gente dice, ‘¿por qué el apoyo a los tiburones? Sólo comen gente y otros peces’, pero en realidad son mucho más que eso. Ellos necesitan desesperadamente protección o de lo contrario vamos a llevarlos directo a la extinción”.
Ojalá que más países tomen medidas como éstas para salvaguardar también las ballenas y delfines que se encuentran efectivamente amenazados por las acciones de los japoneses que no respetan ninguna clase de acuerdo ni tratados internacionales que los protegen.