Una enérgica santiaguina, madre de 3 niños y microempresaria se sintió tan inspirada con la película Julia & Julie que decidió atreverse con un desafío similar, es así como nace la “Buena Mano” donde Cristina Goyeneche se embarcará en su propia aventura intentando cumplir la misma idea.
1. Cuesta. 2. O te gusta el chocolate o te gusta el chocolate. 3. La práctica perfecciona. 4. Hacer merengue es un arte.
Nunca lo había comido ni visto, por lo que decidí lanzarme a prepararlo sin buscar ninguna imagen de cómo era en google. El resultado fue bien modesto. La fuente se vacío en aproximadamente 5,5 minutos, pero yo no quedé contenta. Mi porción decía: “siga participando”.
Según cuenta mi maestra, este es un postre que en pocos años -se inventó en los años 70 en París- se ha transformado en uno de los más clásicos de la cocina francesa.
¿Por qué me lancé a hacerlo? Por la frase que añade a continuación: una torta de hojarascas de merengue crujientes hechas con polvo de chocolate que se rellenan con una especia de mousse de chocolate suave y aterciopelado. Alcanza para mucha gente porque no se puede comer mucho por lo intenso y denso que es”. Ante esta descripción no hay muchas posibilidades de pasar de largo. Cómo se dio la ocasión de tener muchos comensales enfrente, me lancé manos a la obra.
Partí por los merengues el viernes por la noche, siguiendo a la letra todo: batí las claras a nieve con el azúcar granulada y luego agregué la azúcar flor cernida y el polvo de chocolate…con espátula. Busqué un tamaño redondo adecuado, hice mis discos de papel mantequilla y los forré con esta deliciosa crema. La instrucción es cocerlos por 15 minutos en temperatura baja y luego reducir la temperatura al mínimo, abrir la puerta del horno y seguir cocinando por una hora…
Los discos se comenzaron a inflar dentro del horno que era una maravilla, todo estaba funcionando a la perfección. Y de repente, se bajaron hasta quedar no más altos que medio centímetro y crecieron para los lados…. estaban ricos, pero lejos de esas hojarascas de pastelería. Al día siguiente preparé el relleno mezclando el chocolate amargo derretido a baño maría con la mantequilla y las yemas. Las claras batidas a nieve con el azúcar, las mezclé con la pasta de choclate y, la verdad, quedó delicioso, suave y con la contextura perfecta como para rellenar los discos de merengue, es decir, no se chorreó para los lados.
Alcanzó justo para cubrir dos discos por lo que no me quedó para la decoración, la cual queda abierta ya que no hay indicaciones para ellos. Con mi hija optamos por hacer un merengue con polvos de chocolate y agregarle un almíbar de pelo. Pero no resultó, quedó demasiado líquido. La cosa es que como ya debíamos partir, lo usamos igual para poner encima y cubrir con frambuesas. Ella las usó para escribir Feliz Día….faltó del trabajo, pero para eso necesitábamos otra torta más.
Definitivamente, una tarea pendiente.