Ya hemos hablado de esto antes con la vida lenta o Slow life y los downshifters; avanzar del consumismo hacia la sostenibilidad.
Los cuatro países “más felices” del planeta (Dinamarca, Holanda, Finlandia y Suecia) son los que mayor atención prestan al equilibrio entre trabajo y vida. Los estadounidenses por su parte, que trabajan entre 200 y 300 horas más al año que la media -inmersos en un excesivo ritmo de trabajo para satisfacer la vorágine consumista del sueño americano- viven menos que los europeos occidentales y tienen más de la mitad de probabilidades de padecer dolencias crónicas, como enfermedades de corazón, hipertensión y diabetes pasados los 50 años.
Por otra parte, estudios sobre el impacto medioambiental de esta obsesión por el trabajo, han demostrado que sólo el 7% de la población mundial (500 millones de personas) emiten la mitad de las emisiones de dióxido de carbono de todo el planeta, mientras que los 3.000 millones más pobres sólo generan un 6% de la contaminación. La necesidad de equilibrio es patente.
Link: Trabajar menos beneficia al medio ambiente (ecologiaverde.com)