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Ética animal y dieta carnívora

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“Tratar moralmente a un ser vivo concreto consiste en: por lo menos no dañarlo, ni menoscabar sus posibilidades de vivir bien (alcanzar su bien propio, vivir de acuerdo con su télos) y en la medida de lo posible, ayudarle a vivir bien (…) no es injusto utilizar a otros animales no humanos como medio para nuestros fines cuando con ello no contrariamos ni hacemos violencia a su télos específico(…) Si por el contrario, contrariamos el télos del animal y frustramos sus posibilidades de llevar la vida buena característica de su especie, entonces estamos obrando mal” Jorge Riechmann

Ya analizamos la huella ecológica de comer carne, ahora continuamos la serie de artículos orientados a intentar comprender la  incómoda verdad sobre la dieta carnívora, presentando posturas amplias, tolerantes, inclusivas, con fundamentos y sin radicalismos. ¿Merecen consideración moral los animales?;


¿Merecen consideración moral los animales?; intentar responder a esta pregunta es fundamental para entender el discurso que apuesta por la defensa de los derechos de los animales por sobre la satisfacción de las supuestas necesidades humanas (o “necesidades”, así, entre comillas).

Partamos por el principio. Llamamos seres sintientes a los seres que pueden tener sensaciones, pues poseen un sistema nervioso. Si existen sensaciones, existe también una valoración positiva o negativa de estas, lo que nos permite hablar de una calidad de vida mejor o peor según la cantidad de sensaciones agradables o desagradables. Esta sencilla distinción involucra entonces intereses; interés de los seres sintientes por todo aquello que conduzca a una vida buena, llena de sensaciones positivas. Y si existen intereses, también entonces derechos, entendidos como intereses jurídicamente protegidos.

Cuando Riechmann habla del télos (término griego de origen aristotélico) del animal, se refiere justamente a esas condiciones necesarias para que cada ser sintiente alcanze una buena vida o una vida buena; se refiere a esa naturaleza de cada animal -determinada biológicamente- que incluye sus capacidades, vulnerabilidades y condiciones para desarrollarse plenamente como ser vivo. La ética animal hace referencia como principio básico, a una normativa de consideración igualitaria de los intereses para todos los seres vivos (el “ama a tu prójimo como a ti mismo” de los católicos; “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan” dijo Confucio), a un respeto del télos de cada ser sintiente.

Ahora, una diferencia conceptual entre humanos y animales trascendental que distingue Riechmann, es que los primeros somos agentes morales, pues tenemos un lenguaje articulado, conciencia y capacidad de razón. Los animales serían más bien paciente morales y estaría en nosotros la tarea de averiguar y determinar que es la vida buena para estos, con observación, sensibilidad y rigor científico.

Podemos entonces -con mas observación y sensibilidad que rigor científico en este caso- decir con total certeza que la ganadería intensiva para carne no respeta el télos del cerdo, ni la de una vaca la inseminación artificial y su ordeña industrializada. No tiene en cuenta los intereses de un pollo o una gallina ponedora el hacinamiento, el desvelo, la mutilación de sus picos. No es camino a la vida buena la correa de un matadero, ni hogar de la buena vida los corrales donde vacas y cerdos quedan inmóviles sólo capacitados para comer.

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Enlaces:
Earthlings (GoogleVideo), crudo documental sobre el maltrato animal
Farm Sanctuary (farmsanctuary.org)
ONG Defensa animal (defensanimal.org)
Qué hay detrás de la comida (I want to believe)

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